Guadalajara.― ¿Nos permite hacernos una foto? ¿En
cuál deportes van a competir? ¡Que les vaya bien! Curiosidad,
interés, sonrisa, cortesía y esas preguntas recurrentes son casi
obligadas por estos días en esta ciudad, capital del estado de
Jalisco y del deporte de América, en los que incluso, las
tradicionales Fiestas de Octubre se combinan con las actividades
deportivas para deslumbrar al visitante, sabedores de que cultura es
un fenómeno amplio, sobrecogedor.
Así, hemos respirado aire panamericano en cualquier
rincón de la ciudad, desde el distante mercado de la avenida Medrano,
antes de la Independencia, y cercano del templo de San José de
Analco, conocida por una casa muy grande, de dos pisos, que tenía un
balcón exactamente sobre la puerta principal y en la que vivió el
oidor De Pareja (hombre de leyes).
De ahí lo ecos de la justa retumbaron hasta en el
umbral de la Catedral, en el corazón del centro histórico, en la
biblioteca Octavio Paz, visitada por Fidel en 1991 cuando esta
ciudad acogió la I Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado.
Todos, desde los más humildes, hasta los más
entendidos en cuestiones de deporte se interesan por cómo les va a
los cubanos en la cita, los llenan de ovación en los escenarios de
batalla, ovación solo comparable con la que arranca de la afición
algún competidor anfitrión.
Lo cierto es que a pesar del tráfico inmenso,
algunas violaciones del carril panamericano, la ciudad,
construcciones, los diarios, estaciones de radio y canales
televisivos, no cesan de mostrar un interés constante y difundir las
incidencias de la fiesta deportiva de América, como ellos mismos
califican de lo más importante acaecido en su tierra. Sucede que
salvo los Juegos Olímpicos de 1968, los Panamericanos del 75 y los
mundiales de fútbol de 1970 y 1986, estos últimos donde único la
ciudad acogió partidos como subsede.
Entonces se impone el jolgorio, las filas
interminables a cualquier hora en las taquillas y escenarios
deportivos, la curiosidad constante ante el performance de los
atletas mexicanos y luego de los nuestros, las vallas anuncios,
pegatinas, mascotas de todos los tamaños, toda una ciudad hecha
espíritu, respirando aire de los Juegos, viviendo al compás de esta
Fiesta de la que no escapamos nosotros, sintiendo cada presea con
éxtasis, madrugando para salir casi a bogar con nuestros remeros a
la laguna de Zapotlán El Grande en Ciudad Guzmán, expectantes hasta
el momento final en el dojang del CODE II, sudando en el partido del
adiós plateado del badmintonista Osleni Guerrero, braceando al
compás de Hanser en la piscina, y festejando los rayos dorados
salidos del pecho de nuestros seis gladiadores clásicos y a la
espera de otras tantas alegrías.
Esas y más el regocijo y orgullo de ser cubano, de
estar representado dignamente por nuestros atletas, de reír con cada
victoria, ahogar la pena de la derrota y hasta casi enjugarme los
ojos ante una emoción suprema.
Entonces que viva la fiesta ¡Guadalajara,
Guadalajara, Guadalajara!