En esta oportunidad el tema se refiere a los principales
protagonistas individuales y resulta obligado mencionar en primer
lugar a un deportista que no pertenece a ninguno de ellos, el
gimnasta Erick López, aunque en reiteradas oportunidades se le haya
exaltado en los medios como el más prolífero medallista de todos los
tiempos en las citas continentales.
No es solo de Cuba, sino que trasciende a toda América, pues
ningún otro competidor ha sido capaz de conquistar la abultada cifra
de 22 medallas, como tampoco 18 de oro entre ellas.
Fueron cuatro Juegos prestigiados con su desempeño, desde La
Habana 1991 hasta Santo Domingo 2003, con formidables demostraciones
parciales en paralelas, cuatro de oro; arzones y anillas, tres per
cápita, pero sobre todo como virtuoso en general al extremo de
coronarse siempre como máximo acumulador, o sea el más completo.
Dos gimnastas estadounidenses de los años 50 son sus escoltas:
Abraham Grossfeld, en total de preseas, con 21, y John Beckner, en
doradas, con 15.
Respecto a los cubanos —pasando por alto a otros gimnastas
multipremiados, para ofrecer una visión general—, seguirían a
continuación los especialistas en tiro deportivo Guillermo Reyes
(2-5-7 en pistola) y Miguel A. Valdés (0-6-8 en fusil), ambos dueños
de 14 preseas en la etapa de los años setenta y los ochenta, la
mayoría de plata y bronce en las modalidades por equipos eliminadas
desde 1999.
El remero Ismael Carbonell se destacó parejamente tanto por su
calidad competitiva como por su extensa vida deportiva que en estas
citas americanas se prolongó por espacio de seis ediciones con
premios, igual a un periodo de 20 años (San Juan 1979 hasta Winnipeg
1999). De sus 12 metales ocho fueron de oro demostrando ser ganador
consistente en diferentes botes.
Como émula femenina de los tiradores tenemos a Margarita Tarradel,
brillante en pistola deportiva en lo fundamental, con seis preseas
(2-3-1), mientras que entre las remeras clasifica Mayra González,
también de larga permanencia en activo, desde 1991 hasta el 2007,
etapa en la que sumó 10 medallas (3-1-6).
Si tomamos en cuenta que Ismael Carbonell y Mayra son pareja en
la vida, surge una distinción singular, pues difícilmente exista
otra que pueda exhibir en sus vitrinas 22 galardones continentales
(11-1-10).
Otro matrimonio de cubanos destacado en lauros, con 18, es el
formado por Orisel Martínez, tercera histórica y líder femenina de
Cuba en la gimnasia artística, quien sumó 7 (2-5-0), y Roberto León
Richard, actual vicepresidente primero del INDER, también exgimnasta
de clase, ganador de 11 metales (8-3-0).
Si de premios máximos se trata, las palmas por el rendimiento más
efectivo corresponden a Pablo Lara, pues este levantador de pesas
fuera de serie rubricó sus comparecencias a la plataforma con
medallas de oro, nueve en total, adobadas en todos los casos con
flamantes cifras panamericanas y algún que otro récord mundial. El
santaclareño resulta un caso único en la halterofilia panamericana
en el lapso de 1987-1995, cuando se premiaba arranque, envión y
total por separado.
En el atletismo se invierten los papeles y es una mujer la
puntera en premios, la fenomenal Ana Fidelia Quirot, que impresionó
en Indianápolis 1987 y La Habana 1991 con sus dobletes en 400 y 800
metros planos y acaparó 8 (4-3-1), en tanto el también corredor
Leandro Peñalver encabeza al sector masculino con 6 (2-4-0), la
misma cantidad que el fondista argentino Osvaldo Suárez (4-2-0),
pero el cubano de mejor calidad, como para remarcar en el caso de
los nuestros la notable diferencia entre la actualidad y aquel
pasado de excelencia para los más rápidos, pues el matancero
Peñalver todavía es el recordista para el hectómetro, con 10.06,
desde los Juegos de Caracas 1983.
Y qué decir de púgiles y gladiadores, constreñidos a una sola
opción cada cuatro años, por lo que se convierte en ardua tarea la
acumulación, al extremo de solo llegar a tres un quinteto que marca
el paso absoluto en el pugilismo panamericano: Rolando Garbey,
Orestes Solano, Julio González, Félix Savón y Teófilo Stevenson,
este último sin la cota perfecta de sus compañeros, por una de plata
en Cali 1971.
Las actuaciones de Bárbaro Morgan en los años setenta y ochenta
le confieren el liderato absoluto en la lucha, 6 (1-5-0) por su
facilidad para doblar por entonces en los estilos libre y
grecorromano, a lo que unió una incursión victoriosa en el sambo,
solo efectuado en Caracas 1983. Más acá, con los estilos ya bien
delimitados para los especialistas, brillan con luz propia los
grequistas Héctor Milián y Juan L. Marén, nada menos que
tetracampeones, acicate para Mijaín López, quien saldrá en busca de
su tercera.
Los estelares de los deportes colectivos afrontan similar o peor
limitación que estos últimos, pues las medallas no solo dependen de
ellos, sino del accionar victorioso de todo el equipo. No obstante
abundan sobresalientes integrantes de conjuntos inolvidables por sus
rachas triunfales, voleibolistas y peloteros en primer plano.
Las damas nuevamente aparecen como protagonistas, pues Mireya
Luis y Mercedes Pérez eslabonaron cinco, cuatro de ellas de oro. La
segunda arrancó con un bronce en 1967 y después se mantuvo en las
alturas hasta 1983, emparejándose en esa cita con Mireya, quien
permaneció arriba hasta 1995 y concluyó plateada en 1999.
Mercedes Pérez e Imilsis Téllez descuellan con exclusivo botín
dorado en cuatro comparecencias, honor que comparten con el lanzador
Braudilio Vinent y los jugadores Antonio Pacheco, Víctor Mesa,
Lourdes Gourriel, Omar Linares, Orestes Kindelán y Luis Ulacia.