Mar del Plata’95 y el botín dorado inédito
ENRIQUE MONTESINOS
montesinos@granma.cip.cu
Después de la pletórica faena olímpica barcelonesa y la
contundente demostración en los Juegos Centroamericanos y del Caribe
de Ponce, adelantados para 1993 por solicitud de los organizadores
puertorriqueños, el deporte cubano enfrentó el segundo eslabón
competitivo del cuatrienio en Mar del Plata, distinguida como
vitrina turística argentina, que nucleó también al deporte
continental en ocasión de los XII Juegos Deportivos Panamericanos.
Javier
Sotomayor se consagró a nivel continental por tercera vez con un
2.40 de excelencia.
Sería irrepetible el hito de La Habana 1991. Estados Unidos no
perdió la oportunidad de recuperar terreno y reconquistó el liderato
por medallas, con 170 de oro y 424 en total, frente a 112 y 238 de
Cuba, de nuevo en el segundo escaño, aunque satisfecha por exhibir
holgadamente su mayor cosecha de premios en calidad de visitante,
fijada en Indianapolis 1987 en 75 doradas y 175 de los tres colores.
Para conseguir el éxito, los estadounidenses presentaron una nube de
atletas, 751, y solo no intervinieron en la pelota vasca. Los
anfitriones argentinos participaron en todo, pero con 702
competidores, mientras que Cuba asistió con 499.
El verano en el cono Sur finaliza en marzo, enmarcándose los Juegos
del 11 al 26, con números indudables de la superioridad
cuantitativa:
Presentes los 42 países de ODEPA, incluidos Dominica, San Cristóbal
y Nevis y Santa Lucía, últimos en ingresar; siete deportes más con
presencia inédita (badminton, esquí acuático, kárate-do, pelota
vasca, racquetbol, squash y triatlón); casi 100 juegos de medallas
más, 5 144 competidores¼
Se precisaron varias sedes para tantos deportes. Los marplatenses
acogieron 27, Buenos Aires nueve, mientras Paraná celebró el softbol
y Santa Fe el esquí náutico. El programa estuvo tan abultado que la
gimnasia artística y el fútbol comenzaron antes de la inauguración
oficial.
Cuba sorprendió por segunda vez sucesiva en atletismo, 18 oros por
13 estadounidenses, resultado del trabajo eficiente en el alto
rendimiento. Aportaron al esplendor cualitativo portentos de la
talla de Iván Pedroso, autor de un sólido 8.50 metros en longitud,
Yoelbi Quesada, 17.67 en triple, segunda de tres coronas sucesivas,
y Javier Sotomayor, insaciable tras un sobrado récord continental de
2.40, todavía regaló esfuerzo por aumentar su primado mundial.
En jabalina Emeterio González comenzó la ruta hacia el tricampeonato,
familiarmente ampliado a cuatro, pues su hermano Ramón coronó en La
Habana 1991. Por si fuera poco, en la velocidad descollaron Iván
García en 200 m y Norberto Téllez en 400, ambos dorados en 4x400,
más el subliderato de Joel Isasi en 100, oro de abridor en el relevo
corto.
El femenino también exhibió éxitos y presencia olímpica notable con
Maritza Martén en disco e Ioamnet Quintero en salto alto, laureadas
en Barcelona 1992, además de brillar como los varones en la
velocidad por intermedio de Liliana Allen (200), Julia Duporty (400
y relevo), y Aliuska López, 100 con vallas.
También la Mayor de las Antillas mostró su tradicional fortaleza en
béisbol y voleibol femenino —irrepetibles con siete cetros en línea,
¡desde Cali 1971!—, volvió a dominar el balonmano varonil y mantuvo
la hegemonía de los púgiles, 7 coronas de 12, significando las
terceras en sucesión por parte de Julio González y del mítico Félix
Savón.
Los forzudos en lidia con las palanquetas de pesas acopiaron 21 oros
de 30, faena matizada peculiarmente por el récord mundial de 207.5
kg a cargo de Pablo Lara en envión; dominaron igualmente los
esgrimistas, las muchachas de la gimnasia rítmica, los de kárate-do
y lucha, y el equipo de judo, concretando sus muchachas
sobresaliente barrida, ocho de ocho.
Al llegar a la clausura quedó rubricada la capacidad de los
argentinos para cumplir lo prometido y mostrar a toda América un
pueblo marplatense pletórico de amor, cariño y respeto por los
Juegos en sí y por sus invitados, que otros resultarían incapaces de
imitar.
2 de septiembre de 2011
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