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Revisar conceptos y estrategias SIGFREDO BARROS Y RICARDO LÓPEZ HEVIA (foto), enviados especiales
Bastaría para reafirmar lo expuesto echarle un vistazo a la tabla de posiciones. Los tres medallistas, y cinco de los ocho finalistas, son naciones del continente donde se inventó este juego y lo propagó por el resto del mundo. Norteamericanos, cubanos y canadienses se llevaron las preseas. Boricuas y venezolanos finalizaron cuartos y séptimos, mientras un representante por Oceanía, Europa y Asia completaron la nómina de ocho que compitió aquí en tierras italianas. Fue la XXXVIII Copa la más exigente de todas las efectuadas en los últimos 35 años. Con un calendario que obligó a los ocho más destacados a efectuar 15 partidos en tan solo 20 días, un ritmo tremendo, debido a los cambios de países y de clima. Nuestros jugadores, por citar un ejemplo, pasaron en cuestión de horas del calor de Barcelona al frío de las tres ciudades holandesas, y clavaron los spikes en siete terrenos diferentes. OTRA VEZ SEGUNDOS Para cualquier otro competidor llegar a la final de un torneo en el cual intervinieron 22 naciones sería un éxito. Y, a pesar de que no es un deshonor concluir segundos tras haber luchado cada partido y haber caído peleando por el oro, nuestro béisbol no ha de conformarse con este resultado, mucho menos por segunda ocasión consecutiva. La preparación contó con una serie de 16 desafíos en varias provincias y después Cuba participó en la Semana Italiana de Béisbol, donde jugó cinco veces más, 21 en total, que si no es lo ideal se acerca bastante a lo que aseguran los técnicos necesita una selección para estar en forma. Aún así, otra vez falló el bateo. Por debajo de los 300 esta vez, con altibajos incomprensibles: 10-0 en el debut vs. Puerto Rico, 5-4 vs. España, 2-1 con solo 3 jits ante Australia, 4-1 vs. Nicaragua después de cinco innings sin conectar de jit. Incomprensible también ver cómo Frederich Cepeda y Yoennis Céspedes, que sobresalieron en el Segundo Clásico, el primero promediando 500 exactos y el segundo 458, con seis extrabases entre sus 11 jits, hayan bajado tanto en este Mundial, el granmense al extremo de ir a la banca. Por mucho que el mentor Esteban Lombillo cambió alineación tras alineación, nunca encontró un primer bate. No lo tenemos, esa es la verdad. Y por esa razón nos costó un enorme trabajo abrir delante en el marcador, pues no embasamos corredores en los primeros momentos del partido. Fue, en la mayoría de los choques, una ofensiva sin conexión: cuando bateaba el cuarto no lo hacían ni el quinto ni el sexto; cuando entraba en circulación el segundo no tenía consecuencia, el primero había sido puesto out. Las estadísticas que acompañan este comentario demuestran que otra vez dependimos del pitcheo para avanzar, a pesar de lo que considero una mala táctica de equipo: llevar solo nueve lanzadores y no tener un cerrador zurdo para situaciones como la del séptimo inning ante una selección norteamericana con siete bateadores de esa mano. Me pregunto —no ahora, desde hace ya un tiempo— para qué llevar un tercer receptor que no juega. O un quinto jardinero quien solo ve esporádicos turnos al bate. Fuimos el único conjunto que contó con tan poca cantidad de serpentineros, cuando en el béisbol moderno los partidos los ganan los relevistas y los cerradores, en un gran por ciento. No podemos seguir dependiendo de Lazo y de Vera para triunfar en un desafío decisivo, los únicos sobrevivientes del Mundial del 98, aquí mismo en Italia, por mucho que ambos lo hicieran bien en esta, como en otras ocasiones. Hay que revisar conceptos y estrategias, revisión que debe de comenzar por la Serie Nacional, necesitada de mejorías. Urge realizar un trabajo cualitativamente superior en la táctica de serpentineros y bateadores, los primeros con un concepto infantil de la zona de strike, los segundos convertidos en eternos "esperadores" de lanzamientos en conteos favorables. Todo no fue negativo. Alfredo Despaigne se convirtió en la sensación del torneo con sus 11 jonrones en 15 partidos. Freddy Asiel y Miguel Alfredo demostraron que en ellos hay calidad de sobra para imponerse a este nivel. Existe una nueva generación de peloteros. Solo necesita la posibilidad de desarrollarse. Para volver a ser primeros.
29 de septiembre de 2009 |
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