Con Roniel y Robeisy

El boxeo puso el broche de oro

Ariel B. Coya, enviado especial

LONDRES.—Para el boxeo fue, sencillamente, el cierre perfecto. Primero, Roniel Iglesias (64 kg); luego, Robeisy Ramírez (52). Dos campeones que devuelven al "buque insignia" del deporte cubano a la senda dorada de los Juegos Olímpicos, tras el bache puntual de Beijing 2008, donde había acabado sin títulos por primera vez en 30 años.

foto: ricardo lópez hevia, enviado especialRobeisy (18 años) se convirtió en el segundo campeón más joven del boxeo olímpico cubano.

Quizás por eso resultó justo que fuera Roniel, único sobreviviente de aquella cita, el que iniciara la reconquista para mejorar su bronce de entonces, con el añadido especial de una revancha ante al ucraniano Denys Berinchyk, quien lo había sorprendido hace un año en la cita del orbe por apretado veredicto de los jueces, tras empatar 13-13.

Esta vez, sin embargo, el estelar pinareño no dejó margen a la duda y se impuso 22-15, cerrando a todo tren con golpes de todos los colores. Hasta que la campana decretó su victoria. "La más grande de mi carrera deportiva", como reconocería él mismo, ya con la presea de oro colgada en el pecho.

"En el Mundial tuve un desliz, pero esta medalla permite borrar ese resultado. Se la había prometido a mi mamá, porque ella lloró mucho con aquella derrota", explicó el púgil de 23 años, que nunca dio su brazo a torcer frente a las dificultades y por fin cumplió su sueño: a la corona mundial de Milán 2009 suma ahora este cetro olímpico.

Pero faltaba más. Saldada la deuda con la historia, faltaba un oro futurista, el que se colgó sorprendentemente el cienfueguero Robeisy el domingo, al superar 17-14 a un subcampeón del orbe como Tugstsogt Nyambayar, de Mongolia. Sin ambages, ni complejos. Con la calma y el oficio de un veterano, y una sobredosis de talento que pocos calculan.

Campeón del Mundial juvenil de Bakú y los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur 2010, con tan solo 18 años, Robeisy se convertía en el segundo monarca olímpico más joven del boxeo cubano, únicamente superado por Juan Bautista Hernández (54 kg) en Moscú 1980, a los 17.

"Todo lo que hice es lo que sé hacer: boxear, y seguir las instrucciones de la esquina, porque los técnicos son los que saben", explicaría después con modestia, aunque toda esa ecuanimidad se evaporó por unos instantes cuando el árbitro alzó su mano y el juicioso fajador volvió a ser el Robeisy adolescente que, preso de la emoción, se dejó caer en el ring, bailó e hizo planchas para celebrar un triunfo increíble.

Y todo, mientras pensaba en sus padres, en su hermana, en su novia, "cuatro seres que tienen mucho que ver en este éxito", y también en un campeón de leyenda, el gran Teófilo Stevenson, a la par que agradecía el apoyo de sus compañeros como Yosbany Veitía, Erislandy Savón y Julio César la Cruz.

En la esquina, sus entrenadores Rolando Acebal y Raúl Fernández eran también puro júbilo; en la grada, un mar de aplausos, y no era por gusto, no. Con su exhibición y la de Roniel, más los bronces de Lázaro Álvarez (56) y Yasnier Toledo (60), el boxeo restauraba en Londres su brillo, sumaba a su historial dos nuevos títulos y la delegación cubana escalaba al lugar 15 del medallero (5-3-6). Simplemente memorable.

 

12 de agosto de 2012


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