Magnífica reválida de Leonel

En la noche mágica que Bolt y Jamaica dinamitaron el doble hectómetro y el kenyano Rudisha pulverizó el récord de los 800, el decatlonista cubano repitió un bronce extraordinario

ARIEL B. COYA, enviado especial

LONDRES.—Si la repetición es confirmación: Usain Bolt no tiene límite, David Rudisha es un fenómeno y Leonel Suárez un ganador, como bien se demostró en el Estadio Olímpico de Stradford. Todo en una misma jornada, marcada por vibraciones atléticas.

Con un disparo astronómico de 76,94 metros en la jabalina, Leonel aseguró revalidar su bronce de Beijing. FOTOS: MARCELINO VÁZQUEZCon un disparo astronómico de 76,94 metros en la jabalina, Leonel aseguró revalidar su bronce de Beijing. FOTOS: MARCELINO VÁZQUEZ

Y eso que el escenario en el decatlón era tan previsible que dañaba la vista: las cartas, los ases, estaban delante. Eran los dos estadounidenses Ashton Eaton, el plusmarquista del orbe (9 039), y Trey Hardee, el campeón mundial, librando un pulso aparte, en una dimensión distinta, desde el mismo arranque de la competencia. La lucha de los demás se ceñía, pues, a la medalla de bronce y ahí el cubano probó por qué un gran deportista es alguien que, sometido a una presión irrespirable, sin importar cuán mal vayan las cosas, siempre se exprime al máximo y jamás se rinde. Justo la fórmula ideal para reeditar una medalla que ya había conquistado en Beijing 2008 y Daegu 2011.

Su ejercicio de superación fue, sencillamente, admirable: de partir el 26 en el hectómetro (11.27 s), logró pasar al 14 en el salto largo (7.52 m, su mejor marca de por vida), luego al séptimo escaño en el de altura (2.11), al sexto en los 400 (49.04 s), al tercero en la jabalina (excelente su 76.94) y ahí se sostuvo concluidos los 1 500, tras resistir el embate final del belga Van Alphen (8 447) y ser uno de los únicos tres hombres que batieron los 8 500 puntos, con 8 523 (a solo cuatro de su marca cuatro años atrás).

No en vano el holguinero se confesó “contento y satisfecho de repetir esta medalla en una competencia tan dura, por el nivel de los norteamericanos y luego de todos los problemas con las lesiones y la presión arterial que dificultaron mi preparación este año. Así que la meta ahora es mejorar este resultado, quizás superar los 9 000 puntos… Pero esta medalla es algo fenomenal”.

LA TORMENTA PERFECTA

Aunque para fenómenos, ver a Usain Bolt, todo un prodigio, emergiendo de la curva de los 200 como Godzilla, sin que uno logre explicarse cómo tanto músculo (1.96 de estatura, 205 libras) puede moverse con tanta soltura, ni desafiar las leyes de la física con tanta estridencia, estirando una zancada descomunal de 2.70 metros.

El velocista jamaicano ha sido el único capaz de ganar los 100 y 200 metros en dos citas estivales consecutivas.

Ningún atleta había sido capaz de ganar antes dos veces el doble hectómetro olímpico. Ni Carl Lewis, ni Michael Johnson… Pero él lo había avisado: “Los 200 son mi prueba preferida, en la que más carga de trabajo pongo. No voy a permitir que nadie me la arrebate fácilmente. Cuando Blake me venció ahí en los trials de Jamaica, hizo sonar mis alarmas. No se lo permitiré de nuevo. Si quiero estar más cerca de la leyenda, debo defender los tres oros de Beijing”, dijo.

Y no defraudó. Una vez más su carrera fue un monólogo impresionante. Bolt vs. Bolt, en pleno duelo contra el tiempo, un duelo contra sí mismo. Si esta vez no hubo récord, fue sencillamente porque el bólido jamaicano protagonizó la tercera salida más lenta —receloso de no dar el cante— y porque ya sobre los últimos 20 metros miró para el lado y viéndose solo, se supo invencible, en una carrera formidable que alimentará su leyenda, tras un cierre tremendo. Primero, Usain Bolt (19.32), un relámpago. Luego, Yohan Blake (19.44) y Warren Weir (19.84), dos truenos. El podio completo para Jamaica. Sin duda, la tormenta perfecta. Cuando todavía falta el relevo 4x100.

RUDISHA BATE A RUDISHA

La noche mágica de Bolt, sin embargo, llegó precedida también por la tarde mágica de David Rudisha, el fantástico kenyano, “el orgullo de África”, que se superó a sí mismo en los 800 lisos para superar a todos con un récord fabuloso de 1:40.91.

La mejor carrera de 800 metros de la historia no podía tener más protagonista que el kenyano David Rudisha (1:40.91). FOTO: DAYLIFE

La primera plusmarca mundial del atletismo en estos Juegos, donde el zanquilargo kenyano rebajó en una décima exacta el tope universal que tenía desde el 29 de agosto del 2010, en Rieti (Italia), para borrar de las listas igualmente, por supuesto, el récord olímpico de 1:42.58 acreditado por el noruego Vebjorn Rodal en Atlanta 1996.

Tan frenética fue la carrera, que bajo la mirada atenta de dos campeones y recordistas de antaño: el cubano Alberto Juantorena y el británico Sebastián Coe, seis de los siete competidores, tirados por el paso marcial de Rudisha, hicieron los mejores tiempos de su vida, incluyendo al subcampeón Nije Amos, que logró para Botswana su primera medalla bajo los cinco aros, por delante de otro kenyano, Timothy Kitum.

En el relevo masculino de 4x400, el cuarteto de Cuba avanzó a la ronda definitiva, con un registro de 3:00.55, tercero de su serie y quinto entre los finalistas de hoy. Mientras, en el triple salto (m), Alexis Copello no superó los 16.92 de su primer intento, con tres nulos, y finalizó octavo en una final que dominaron los estadounidenses Christian Taylor (17.81) y Will Claye (17.62). Y Rose Mary Almanza (2:01.70) quedó fuera de la discusión de las medallas en los 800, en los que la sudafricana Caster Semenya (1:57.67) mandó un recado a sus rivales y fue la única que bajó del minuto con 58 segundos.

10 de agosto de 2012

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