Constancia, consagración, modestia y gloria olímpica

Oscar Sánchez Serra

Cuando a la modestia, la consagración, la humildad y la disciplina, se les suman las dotes técnicas, un deportista tiene muchas posibilidades de conseguir la gloria. Y así ocurrió en la capital británica, sede de los Juegos de la XXX Olimpiada. El tirador Leuris Pupo le dio a Cuba su primera medalla de oro en esta cita bajo los cinco aros y también el primer metal áureo del tiro deportivo de la Mayor de las Antillas en estas lides.

Pupo, nacido hace 35 años en la provincia de Holguín, conquistó el sitial de honor en la especialidad de tiro rápido a 25 metros, con lo cual corona una carrera olímpica que inició en Sydney 2000, con el noveno puesto, siguió en Atenas 2004, en el octavo peldaño, y hace cuatro años obtuvo la séptima plaza.

Es el premio a la constancia, a años de muchos entrenamientos, de sacrificios, de sinsabores como el que lo dejó sin medallas en los pasados Juegos Panamericanos de Guadalajara, en octubre del año anterior. Allí tuvo un problema con su arma y perdió una serie completa de disparos. Sin embargo, justo ante ese percance, que le impidió saborear su tercer premio dorado en esas lides, afloraron las cualidades que lo distinguen, más allá de una medalla, cuando al referirse a sus compañeros laureados, expresó a nuestro diario:

“Esta alegría es mía también, y de toda Cuba”, sentenció el pistolero al abrazar a sus compañeros, en especial a Dianelys Pérez y Eglys Cruz, las más precisas en el fusil 3x20 y capaces de retomar la gloria cedida en Río de Janeiro 2007, y a su coequipero Juan Francisco Pérez, de quien dijo: “Estuvo muy certero en la final y supo defenderme a capa y espada. Su plata es una satisfacción similar a si hubiera ganado mi tercer cetro”.

Tras el traspié miró hacia delante, hacia el 2012, con toda la fuerza que le da su probada constancia. Sabía que estaba apuntando al podio olímpico. En enero pasado afirmó a Granma: “Tengo mucha confianza, saldré a buscar una medalla en Londres”.

Ya en marzo ancló entre los seis primeros en la Copa del Mundo, en Munich, Alemania, una lid que dominó el chino Jian Zhang, escoltado por Christian Reitz, de Alemania, y Sergei Poliakov (Rusia). Pupo empató entonces en la quinta posición con el chino Feng Ding.

Luego, en mayo se fue con el puesto 29 en la Copa del Mundo, en Milán, donde los tres primeros puestos fueron para Alexei Klimov (Rusia), Christian Reitz (Alemania) y Ralf Schumann (Alemania).

La final londinense puso en la línea de tiro a Alexei Klimov, Christian Reitz, Feng Ding y Jian Zhang.

A Granma también había dicho que el primer objetivo en Londres era ser finalista y el segundo, luchar por una medalla. La pasión con la que enfrenta cada reto y su constante obsesión por perfeccionar la técnica, respaldaron esas elevadas aspiraciones, convirtiéndolo siempre en un potencial ganador en cualquier compromiso.

El premio, entonces, tenía que llegarle, pues tanta entrega merece la más alta recompensa, en un deporte en el que por las condiciones de nuestro país resulta engorroso enfrentar los costos para su práctica, lo cual siempre lo ha puesto en desventaja con sus adversarios.

Sin embargo, no ha dicho jamás que si las municiones no son las mejores, o que el arma es inferior a las de sus rivales. Todos lo vimos ceñirse el oro sin la sombra de aparatosas expresiones, con respeto supremo por sus oponentes vencidos, con una modesta sonrisa en lo más alto del podio antes de escuchar solemne y emocionado, frente a su bandera, las notas de su himno nacional. Hoy, con 15 años ya en el equipo nacional, el título olímpico preside una trayectoria que comenzó en los Juegos Escolares de 1989.

Pupo esperó, no desmayó, porque a los grandes, tarde o temprano, los abraza la gloria.

4 de agosto de 2012

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