La suerte del forastero

Alfonso Nacianceno, enviado especial

Si recién llegados a esta capital olímpica fue preciso tomar previsiones para seguirle el ritmo a su agitada vida, conocer las rutas que nos llevan al centro de prensa y a las instalaciones, el escenario ya hoy comienza a ganar más calor humano.

Se duerme poco, siempre ocurre así en un evento tan grande, aun cuando no se ha inaugurado. En la mochila de trabajo abundan las guías, mapas, informaciones, estadísticas y, en ocasiones, cuando te sumerges en ella, quizá de momento no encuentres lo que buscas, porque las pulsaciones por minuto andan tan agitadas que son necesarios unos instantes para reorganizar la mente.

En favor del forastero, la ciudad es una sede preparada para facilitarle su estancia, con señalizaciones del tránsito a cada paso; de hecho, explican los citadinos que Londres ocupa el sexto lugar mundial en la recepción de más turistas por año… y ahora, a tenor de las virtudes de organizar unos Juegos Olímpicos, aprovecharon para disparar los precios hasta el más allá, pues una simple botella de agua mineral cuesta por encima de una libra esterlina, casi dos dólares.

Y en la posesión de líquidos radica una de las trampas. Los periodistas, fotógrafos, personal de radio y televisión acreditados pasan por un exhaustivo control militar antes de ingresar al centro de prensa, donde está prohibido llevar ni siquiera un frasco con agua (dicen que puede ser preparada para hacer daño), entonces te lo venden en la cafetería dentro de la instalación.

El cateo incluye el recorrido en busca de algo extraño de un soldado dentro del ómnibus que traslada a los hombres del lápiz y papel (dígase computadoras), quienes antes de entrar al área de trabajo han de poner sobre una bandeja plástica, para una revisión, todas sus pertenencias… hasta los espejuelos.

Por suerte, una vez en la sala de labor, el personal técnico exhibe una alta capacitación y muestra su amigable sonrisa. Aun cuando cualquiera no domine el idioma inglés, si es un buen mímico, puede echarle mano al lenguaje de las señas en aras de establecer su insustituible conexión a Internet o simplemente solicitar un dato. Este último idioma gestual ya ha resuelto diversos contratiempos…

23 de julio de 2012


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