Sigue subiendo cifra de militares

ALFONSO NACIANCENO
alfonso.gng@granma.cip.cu

El 7 de julio del 2005, al día siguiente de haber sido elegida la capital británica como sede de los Juegos Olímpicos’12, atacantes suicidas asesinaron a más de 50 personas al activar bombas en metros y un autobús en Londres.

Jacques Rogge confía en la flexibilidad y capacidad de adaptación de los organizadores olímpicos.

Las jefaturas de Scotland Yard y del Ministerio del Interior corrieron a negar que la policía hubiera subestimado las advertencias sobre posibles ataques terroristas. Y si decían: "No creemos haber pasado nada por alto", a renglón seguido reconocían que "los ataques llegaron de forma inesperada; tenemos un servicio secreto muy bueno, pero no hemos podido prever este atentado".

El 21 de julio ocurrieron tres explosiones más, de pequeña potencia, además de otra en un ómnibus. En el transcurso de los años siguientes, en tanto comenzaba la construcción de las instalaciones y avanzaban los preparativos para la cita, no se ha desvanecido ese panorama que los propios organizadores de los Juegos Olímpicos catalogaron —en diciembre del 2011— como de "incertidumbre internacional que obliga a redoblar las medidas de seguridad".

Los anfitriones inicialmente pensaron en 13 500 guardias para proteger el evento, hasta que la semana pasada salieron a la luz pública opiniones encontradas sobre el tema.

Al mismo tiempo que Sebastián Coe, líder del Comité Organizador de Londres’12, ironizaba en público para refutar las crecientes críticas en torno a las garantías de tranquilidad para los asistentes y prometía unas excelentes competencias, la G4S, empresa encargada de la protección —que ya había aumentado la factura de sus servicios de 240 a 284 millones de libras esterlinas— declaró su "falta de preparación para garantizar la seguridad", pues no logró contratar a suficiente personal para cubrir las necesidades.

Ante tan apremiante realidad, el Gobierno del Reino Unido se vio obligado a movilizar a 3 500 militares más, hasta elevar a 17 mil los uniformados que custodiarán, incluso, las azoteas y lugares abiertos de la urbe, cantidad muy superior a la de soldados que Gran Bretaña tiene en Afganistán, donde ha prometido reducir a 9 000 sus efectivos al concluir el 2012.

Este movimiento de tropas en la sede olímpica resulta poco atractivo para Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, quien confía en que la presencia de esas fuerzas "no sea demasiado visible" en aras de "no estropear la fiesta". Aunque la cifra sigue subiendo, Rogge apuesta por la flexibilidad y capacidad de adaptación de los organizadores, pues espera que los Juegos sean un éxito.

Este mismo mes, Mutuma Ruteere, relator especial de la ONU sobre las formas contemporáneas de discriminación racial, xenofobia e intolerancia, exigió como crucial la adopción de medidas preventivas para que estas conductas no hallen espacio en los escenarios londinenses. El reclamo canaliza la preocupación surgida a raíz de manifestaciones de racismo en las sedes de la última Eurocopa de fútbol.

En diciembre del año pasado, el Gobierno británico subrayó en un comunicado que los Juegos Olímpicos serán "una celebración pacífica de logros deportivos y una celebración cultural, no un evento relacionado con la seguridad". Eso también esperan los más de 200 países confirmados.

 

18 de julio de 2012


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