Ciudad
del Cabo.— La "santísima trinidad" alemana que conforman Miroslav
Klose, Thomas Müller y Bastian Schweinsteiger derrumbó hoy el mito
de Diego Maradona, el "Dios" de Argentina que se hizo humano en
Ciudad del Cabo.
Maradona, que arriesgó su deidad en noviembre de
2008 al asumir el puesto de seleccionador albiceleste, dobló la
rodilla en cuartos de final del Mundial de Sudáfrica con un severo
4-0.
Esta vez casi no gesticuló ni se movió junto a la
banda. No hizo siquiera jueguito con la pelota cada vez que le pasó
cerca.
Maradona sufrió la eliminación como uno más, como el
jugador que nunca dejó de ser.
Y no dudó en ser el primero en entrar al campo de
juego para abrazar a sus compungidos dirigidos. Primero buscó a
Gabriel Heinze, un incondicional. Y después a Lionel Messi, su as de
espadas, su arma indispensable para la epopeya de Sudáfrica, su
representante divino en la cancha.
Es probable que la estatura del rival ayude a que la
derrota -la peor en la historia con Alemania- no melle tanto a un
hombre acostumbrado a tocar el cielo y caer en el infierno para
volver a levantarse otra vez.
Pero
Maradona había apostado todo a Sudáfrica. Era el "momento más
crucial" de su etapa como ex jugador, como había advertido su
biógrafo Daniel Arcucci.
Quería "escribir la historia grande" del fútbol,
sumar al título mundial ganado en México '86 como jugador otro como
técnico. Agregar a su palmarés como autor del gol del siglo la
gloria de un campeonato al borde de cumplir en octubre los 50 años.
Maradona asumió la dirección técnica de la selección
argentina en noviembre de 2008 casi sin experiencia.
Conquistó una agónica clasificación a Sudáfrica 2010
y se lanzó con toda su desfachatez al Mundial. Desafió a todos y
cada uno que lo criticaron, incluso con un atrevido exabrupto en
Montevideo que le costó dos meses de suspensión por parte de la
FIFA.
Pero volvió y siguió adelante. Alentado por la
victoria precisamente ante Alemania en marzo en un amistoso, se
encerró con su selección en el búnker sudafricano de Pretoria e
hilvanó nueve triunfos consecutivos hasta hoy. Alemania se convirtió
otra vez en la piedra en el zapato de Argentina.
El mismo rival que en Italia 1990 lo dejó a Maradona
con el subcampeonato, el que hace cuatro años también frenó la
carrera albiceleste en cuartos de final en la definición por
penales.
Maradona
había llegado a Sudáfrica para "dar la pelea de la historia" y
"llevar alegría al pueblo argentino". Ganó la fase de grupos con
puntaje perfecto en una zona fácil, con Nigeria, Sudcorea y Grecia.
Superó a fuerza de gol, gracias a su arriesgada
apuesta a un tridente ofensivo liderado por Messi, Gonzalo Higuaín y
Carlos Tevez, las dificultades que le planteó México en los octavos
de final.
Pero Alemania fue la prueba que no pudo superar. Un
equipo compacto y ofensivo dejó de una vez al descubierto las
debilidades ofensivas que los goles habían disimulado. Y ni Maradona
ni sus "fieras" pudieron frenar a los germanos.
Si de algo tiene fama Maradona es de ser como el
"Ave Fénix", el que renace de sus cenizas. Será cuestión de esperar
su próximo desafío. (DPA)