2 de julio

La cancha tiene la palabra

HAROLD IGLESIAS

Mucho se ha especulado sobre los posibles vencedores en los desafíos de cuartos de final. A pesar del protagonismo de algunas selecciones —ya sea por casta, plantilla reluciente, nivel de juego superior o balance favorable en enfrentamientos particulares—, prefiero que sea la cancha quien dictamine la sentencia.

Nadie pone en duda que estos cruces estarán matizados por clásicas rivalidades, primerizos en busca de milagros y excelente calidad futbolística. Incluso, en el plano individual, habrá quienes persigan coronarse como los mejores del certamen, o los que aspiran al orgullo de ser el máximo goleador.

El triunfo de los pentacampeones dependerá de la magia de Kaká, Robinho y Luis Fabiano.

COMO MIRARSE AL ESPEJO

Jugar un fútbol vistoso, al igual que ganar, implica un peso, una responsabilidad. La fama pasa a preceder al rendimiento. Tanto a Brasil como a Holanda, la presión natural de ganar un partido nunca la superan completamente si, además de la victoria, el equipo no ofrece también un espectáculo acorde con la historia de quienes han tenido escuadras como la Seleção de 1970 y la Naranja Mecánica de 1974 y 1978.

Ambos invictos en Sudáfrica han demostrado ser dos equipos con sólidos bloques defensivos, mucha similitud y contras letales. Los auriverdes han logrado tres victorias y un empate, han anotado ocho goles y recibido solo dos, mientras la orange ha conseguido cuatro triunfos, con siete dianas favorables y también dos aceptadas.

Sustentados por el equilibrio de contar con una defensa fiable y un ataque rápido y efectivo, ambos se sienten más cómodos cuando es el rival el que toma la iniciativa, ataca y, con ello, abre espacios.

Todo indica que el duelo de cuartos de final tendrá algo de partida de ajedrez, de saber cuál se animará a irse arriba conociendo el peligro que entraña hallar delante a un adversario con un contragolpe tan letal. Los sudamericanos tienen al veloz Robinho por la izquierda, los europeos cuentan con Dirk Kuyt. La respuesta holandesa a un Kaká que genera peligro con sus arrancadas es Arjen Robben. En punta Luis Fabiano versus Robin van Persie. Armas y propuestas parecidas, incluso, puede que demasiado.

FORLÁN Y GYAN: DOS POR UNA HAZAÑA

Cuarenta años no son nada, pero en el fútbol parece una eternidad. Eso debe estar pensando Diego Forlán, referente a la ofensiva de un Uruguay que reverdece laureles. Del otro lado, el ghanés Asamoah Gyan en calidad de guía de un once dispuesto a salvar el orgullo del continente negro.

El primero es líder, goleador e imagen de un Uruguay tan ordenado en su defensa como oportuno en la ofensiva. Le convirtió dos tantos a Sudáfrica en la primera fase y se lució en su nuevo rol de mediapunta. Retrocedió unos metros y se consolidó como nexo entre los centrocampistas y su compañero Luis Suárez.

Por su parte, Gyan supo cubrir la ausencia de la estrella Michael Essien apoyado en la importancia de sus goles mundialistas. El futbolista del Rennes francés anotó tres de los cuatro de su armada, brilló como nadie en dos de los cuatro partidos de Ghana y es, junto a Lionel Messi, el que más disparos ha intentado (23).

DE AQUÍ SALE EL MEJOR

Con el aditivo de ver a dos de los mejores cracks del planeta en la actualidad (Lionel Messi y Thomas Müller) topan por séptima ocasión en lides universales Argentina y Alemania. La balanza favorece dos sonrisas por una a los germanos, con tres empates.

Messi pudo cambiar finalmente las dudas por las ovaciones con la camiseta argentina, con toda la dignidad de un Balón de Oro. Si bien el rosarino permanece a la búsqueda de su primer gol en el torneo, nadie cuestiona su protagonismo en muchas de las perforaciones de sus coequiperos.

El espigado Müller confirmó su gran temporada en el Bayern Munich con su explosión definitiva en Sudáfrica. Con apenas 20 años, se convirtió en el arma más letal de una Alemania tan sorpresiva como renovada. Lo amparan sus tres tantos y la condición de mejor jugador en el histórico triunfo por 4-1 sobre su archirrival Inglaterra.

IBÉRICOS A DERRIBAR EL MURO

Ese será el principal debate del España-Paraguay: ver si la capacidad ofensiva de los ibéricos se impone a la seguridad de los sudamericanos. La espada del goleador David Villa contra el escudo de Antolín Alcaraz.

Cuatro de los cinco goles de España son marca registrada del nuevo ariete del Barcelona, en tanto Alcaraz ha sido la revelación de estos inéditos guaraníes como caudillo de su zaga.

Claro que La Furia Roja, monarca europea y dispuesta a sacudirse del estigma que acarrea sobre la debilidad de sus latidos en situaciones clave, posee muchos otros argumentos ofensivos, y ojo, los atacantes paraguayos no han allanado puertas rivales en cuatro comparecencias a octavos de final.

 

 

 

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