Cuestión vital, sin duda, para los países del continente
americano, la cita de Sudáfrica: primero intentarán deshacerse del
estigma de Alemania 2006 y otras ediciones mundialistas en el Viejo
Continente, donde han sido eliminados "tempranamente".
Messi y Kaká pudieran verse las caras en una final Argentina-Brasil.
En tierras germanas, Francia, con el toque de un Zinedine Zidane
que se resistía a declinar, privó a Brasil de ser semifinalista,
algo ajeno para el balompié sudamericano desde España 1982, mientras
Alemania dejó en el camino a Argentina en tanda de penales.
Claro, únicamente Brasil ha podido alzar la Copa fuera de su
continente —Suecia 1958 y Sudcorea-Japón 2002—, privilegio ajeno,
incluso, para las potencias europeas.
Ahora en el continente negro, el brillo ha tenido nombre:
América, fundamentalmente los combinados sudamericanos, nuestros
elencos. Digo nuestros porque la mayoría de los cubanos y
latinoamericanos, les profesan afición a las selecciones de esa área
geográfica. Por ejemplo, desde la edición de 1998, cuando se aumentó
el total de naciones participantes de 24 a 32, nunca se había
registrado el performance que exhiben hasta hoy: 12 triunfos, seis
empates y tres reveses, (incluye los resultados de México, Estados
Unidos y Honduras, pertenecientes al área de CONCACAF y zona que
caprichosamente ha encajado las tres derrotas).
Inéditas las naciones al sur del Río Bravo con su invicto en 13
apariciones, comandadas por una Argentina que ha jugado como ningún
otro. Incluso, airosa frente a Grecia con siete de sus 11 titulares
en el banquillo. Eso, sumado a la magia de Messi, el aura de Palermo
—goleador en su tardío debut a los 37 años en mundiales—, avalan las
tres victorias gauchas, aunque el destino los cruzará en octavos de
final ante México.
Los aztecas de Javier el Vasco Aguirre, tienen química, pero
carecen de un definidor, el clásico 9. Aún así avanzaron de ronda,
amparados en un triunfo, un empate y un desliz, este último frente
al sorprendente Uruguay.
Quizá para muchos, más que sorprendente Uruguay, podría decirse
decepcionante Francia. Cierto, pero los dos triunfos y un abrazo de
la garra charrúa nadie se los obsequió. Diego Forlán y compañía
apelaron a eso, a su incesante batallar.
Brasil y Chile archivan dos sonrisas per cápita; los
pentacampeones haciendo valederos los conceptos del fútbol efectivo
de Dunga: ocasiones de peligro creadas, casi otras tantas
materializadas. La Roja con un accionar oxigenado, apoyada en el
talento de su nueva hornada de jugadores, muchos de ellos curtidos
en ligas europeas. Paraguay (un alegrón y dos abrazos), Estados
Unidos (una satisfacción y dos igualadas), y Honduras (dos
fracasos), cierran el pelotón.
Es cierto, y en gran medida gratificante, que de seguir
manteniendo ese rendimiento bien pudiera darse una final
Brasil-Argentina, que en Cuba sería recibida como un acontecimiento
de máximo nivel. Tendría el aliciente adicional de ver enfrentarse a
dos balones de oro: Kaká (2007) y Messi (2009).
Para graficar mejor el accionar de los combinados sudamericanos,
a continuación les mostramos la relación de los clasificados y mejor
ubicados desde la cita gala:
Francia 1998: Brasil clasificó directo (titular de 1994), fue
subcampeón; luego en ese orden pasaron Argentina, Paraguay, Colombia
y Chile. A la cita de Sudcorea-Japón 2002 llegó la albiceleste como
vanguardia. Ecuador, la finalmente monarca verdeamarelha, Paraguay y
Uruguay (vencedor de Australia en el repechaje), la secundaron.
Repetiría Argentina en Alemania 2006, como ya se conoce, quedó en
cuartos de final, lo mismo que la canarinha. Guaraníes y
ecuatorianos completaron la representación sudamericana.
De una u otra manera las selecciones de "Nuestra América", están
haciendo honor a la práctica Maya del pok-ta-pok, o más
correctamente: pokolpok, y el tlachtli Azteca, juego de pelota
mesoamericano cuya práctica se remonta a unos 3 500 años en el
pasado, considerado como uno de los referentes más antiguos del
fútbol.