Si algún equipo tenía mínimas
posibilidades de clasificar a octavos en el Mundial de
Fútbol, ese era Nueva Zelanda. Encuadrados en una llave
complicada con los actuales campeones del orbe, Italia, y
con una de las selecciones sudamericanas de mayor prestigio,
Paraguay, los kiwis, como se les conoce, realmente
albergaban pocas esperanzas de meterse entre los dieciséis
mejores.
No obstante, sendos empates
en los partidos iniciales ante conjuntos superiores han dado
vida a los oceánicos, que se juegan un histórico pase a la
siguiente ronda en el choque del adiós de la fase de grupos
contra Paraguay, que ya tiene pie y medio en octavos.
Pero no es algo nuevo para
los neozelandeses enfrentar a onces de mayor nivel, pues en
su anterior presentación mundialista, los All Whites
cayeron en una agrupación muy complicada con la Escocia de
Graeme Souness y Kenny Dalglish, la Rusia de Oleg Blokhin y
el fantástico cuadro brasileño de Zico y Sócrates.
En aquella oportunidad, con
un equipo plagado de jugadores no profesionales, fueron
eliminados con 13 goles permitidos, algo que ha cambiado
radicalmente en la presente edición, donde aún en la última
fecha conservan oportunidades reales de entrar en los
octavos de final.
El empate in extremis
conseguido en la apertura ante Eslovaquia y otra igualada
con los italianos les permite a los kiwis soñar con
un boleto impensado previo al Mundial. El último escollo
será Paraguay, que como ya mencionamos está a un paso de
continuar la racha perfecta de las selecciones
sudamericanas.
Los guaraníes tienen cuatro
puntos fruto de un empate con Italia y una merecida victoria
sobre Eslovaquia, por lo que no están obligados a ganar para
meterse en octavos.
A los hombres de Gerardo
Martino les basta con una igualada, pero los neozelandeses
necesitan el triunfo para no depender del resultado del otro
partido entre Italia y Eslovaquia.
Por ello, es previsible que
sea un encuentro de mucha lucha en el que los sudamericanos
pondrán el talento y los kiwis altas dosis de
entrega, tal vez la cualidad que les ha permitido sobrevivir
ante rivales superiores.
En esta ocasión deberán
penetrar la infranqueable defensa de los albirrojos,
considerada como una de las más rocosas y competitivas del
torneo, tal y como demostraron en el choque frente a Italia.