Guantánamo

Debut de un joven escritor guantanamero

Tres motivaciones para una Feria

Jorge Luis Merencio Cautín

 Foto: LEONEL ESCALONA GUANTÁNAMO.— El joven escritor Eldys Baratute Benavides se siente en estos días como un niño bendecido con una golosina: su primer volumen recorre los estantes del país, como parte de la XV Feria Internacional del Libro.

Cuentos para dormir a María Cristina, el texto con que este cuasi médico se inicia a escala mayor en el mundo de las letras (ha publicado antes en revistas y antologías), es una propuesta de la Editorial guantanamera El Mar y la Montaña y que él califica como una obra cargada de ternura y enseñanzas.

Conforman el libro siete cuentos, imbricados entre sí por el personaje de María Cristina, una niña abandonada por sus progenitores, que ve sanar su insomnio y acariciar sus sueños, tras las narraciones que, noche a noche, escucha en la cama de quien le prodiga el amor de madre.

El desempeño de Eldys Baratute (Guantánamo, 1983) al frente de la sección de literatura de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), en esta provincia, no es un hecho fortuito. Mucho tiene que ver con su pasión por las letras, a las que está ligado desde los 13 años, mediante el Taller Literario de la Casa de la Cultura Rubén López Sabariego, en esta ciudad.

"La literatura —confiesa— me ha atrapado de tal manera que hoy no concibo mi existencia separada de ella, a la que dedico gran parte de mi vida. Quien me busque, de seguro me encontrará escribiendo, leyendo o dialogando sobre libros, si no en la Facultad de Ciencias Médicas, donde curso el quinto año de la carrera."

De este autor está en fase de preparación por la Editorial Abril la noveleta Marité y la hormiga loca, mediante la cual ilustra los conflictos de una menor adoptada por una familia de raperos, de la que asume su afición por el género, y la forma de pensar, hablar, vestir...

En una de las sesiones de la Feria, en Ciudad de La Habana, Eldys recibió por ese texto el Premio Calendario 2005, que convoca la AHS.

Avidez en Guantánamo

Dayver Aira Alfaro, pionero de segundo grado en la escuela Mártires del 4 de Agosto, de Guantánamo, recordará el lunes 27 de febrero de 2006 como uno de sus días más felices. Después de cuantiosas jornadas de ansiosa espera por el comienzo de la Feria del Libro en esta ciudad, pudo verse ante Dinosaurios o absorto por la épica Historia de Elpidio Valdés. Cuando avistó a Mercedes Alfaro, su madre, con esos y otros volúmenes adquiridos en el Pabellón Infantil Tesoro de Papel, exteriorizó tanta alegría que en la propia locación comenzó a leer sobre los antiquísimos reptiles fósiles. "Mi mamita lee a menudo. Ella me dice siempre que leer es saber, que no hay maestro más integral que la lectura. Yo creo que tiene razón y pienso seguir su ejemplo. Ya he leído En mi zoológico hay un tren, Yari, El capitán Plin..., cuenta Dayver con la fluidez propia de quien desde pequeño comienza a "devorar" cuartillas.

En esta versión, el más importante de los eventos culturales del país se presenta nuevamente en tres municipios del territorio: Guantánamo, Baracoa y Caimanera, donde se han dispuesto más de 60 áreas de venta y un variado programa artístico-cultural. Entre los centenares de títulos en oferta, varias decenas tienen el sello de la Editorial El Mar y la Montaña, de esta provincia, de ellos 11 que por vez primera se someten a la aceptación de los lectores. (Jorge Luis Merencio)

Ven a la canción de las noches perdidas

ROGELIO RIVERÓN

Como una sorpresa llega a la Feria Internacional del Libro un cuaderno de las ediciones El Mar y la Montaña. Es La canción de la noria, en el que Rissel Parra Fontanilles se atreve por los vericuetos de una vida, y nada menos que la del esclarecido Regino Eladio Boti Barreiro, uno de los grandes poetas de Cuba. Se trata, a decir del autor, del primer acercamiento bibliográfico al ser humano, como una forma de corregir algunos mitos sobre su persona, y de entender —si ello fuera realmente posible— el por qué de buena parte de su obra.

Lo he dicho de manera torpe. Parra Fontanilles está convencido de que los estudios literarios deben enfocar lo que él mismo llama el componente humano, mientras que yo me sorprendo cada vez más en el atajo que barrunta en el autor una especie de enlace entre la creación y sus destinatarios. El empleo de esa jerga postal sigue en mi contra, pero, aun cuando me niego a leer las biografías de Paul Celan (es un ejemplo azaroso), recojo en su poesía un caudal de sensaciones que, como lector, gozo en atribuirme.

Conocer a un escritor, a la persona que responde por la obra tiene sin duda un interés insoslayable, pero a la inversa. Son los libros los que tiran del hombre, nos movilizan a buscar alguna precisión, a verificar lo que, de cualquier modo, ha difundido primero la perversa oralidad. La canción de la noria atina para ello con una lucidez que ya celebro, pues resulta, de entrada, un desafío a todos los géneros más o menos testimoniales como la entrevista, la confesión o los epistolarios. Concebido a partir de conversaciones de Rissell Parra Fontanilles, crítico y narrador, con Florentina Regis Boti León, hija del poeta, este libro se acomoda en algunos rasgos de la ficción, pero ni miente, ni encalla en el intento de una biografía en regla, a la que desdeña por su inclinación a una compostura que, de cualquier modo, nos escatimaría realidades de interés. Al ceder el paso al ser humano, nos propone, por ejemplo, comentarios íntimos del poeta, aprensiones y júbilos (estos en grado menor); dudas, añoranzas y un amor sin pedantería por su Guantánamo natal. Hacia finales del libro hay una carta sin otra referencia que nuestra buena fe como lectores, aunque ese detalle no le resta autenticidad, sino que, según el lúcido plan de Rissell Parra, la dilata, la diluye en determinadas "marcas de autor". Está dirigida al poeta José Manuel Poveda, y por ella conocemos que Regino Boti, en efecto, se consideraba un revitalizador de la estética modernista; mucho más: llegó a suponerse el Rubén Darío de esta Isla. Dado al alcohol como Fernando Pessoa, a los amoríos como Pablo Neruda y a los libros como el gran poeta que aún es, Boti confiesa admiración por Marguerite Yourcenar y reitera que acaso la familia y la literatura puedan elevarlo a esa posteridad que no niega perseguir.

Por la propia lógica de su existir, las ediciones territoriales se basan en tiradas breves, de quinientos ejemplares como regla. No se trata, sin embargo, de una imposición, por lo que en ocasiones el número de ejemplares de un título dado puede crecer. La canción de la noria es un libro de los que reclaman lectores más allá del dominio de los entendidos y la editorial guantanamera El Mar y la Montaña pudiera pensar en su reimpresión.

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