Tránsito hacia la escritura de Rolando Rodríguez

Del miedo a la cátedra a la historia verdadera

Presentarán el próximo sábado a la 1:00 p.m. en la sala Fernando Ortiz la segunda edición de Cuba: la forja de una nación

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu 

Foto: ARCHIVO GRANMASiete años después de su primera edición, la cual marcó un suceso en la historiografía cubana contemporánea, Ciencias Sociales vuelve a publicar Cuba: la forja de una nación, de Rolando Rodríguez. En lugar de dos tomos, esta vez serán tres los que cubran una apasionante y minuciosa investigación sobre la gestación y desarrollo del proceso independentista cubano en el siglo XIX.

Rolando cuenta con una obra pródiga en el rastreo de las rutas que enlazan nuestro pasado de luchas con la actualidad revolucionaria. Entre esos títulos esenciales se hallan Bajo la piel de la manigua, sobre la destitución de Carlos Manuel de Céspedes y sus consecuencias para la revolución del 68; La toma de Las Tunas y Dos Ríos, a caballo con el sol en la frente.

Pero, sin lugar a dudas, Cuba: la forja de una nación ocupa un lugar prominente en su producción literaria. La reedición contiene nuevos detalles sobre el alzamiento del 10 de octubre, la toma de Bayamo, las represalias de los voluntarios contra las familias de los insurrectos, así como el registro de una amplia documentación obtenida de archivos españoles.

Cada libro enfrenta, de cierto modo, al autor y su circunstancia. ¿En qué medida esto se hace visible en los textos de Rolando? El autor responde:

"Siempre soñé con la historia de Cuba. De hecho hubiera querido estudiar Filosofía y Letras. El miedo a la cátedra, en un bachillerato, me llevó a estudiar Derecho y las circunstancias a la Filosofía y, paradojas, de la mano de esta llegué a la cátedra universitaria. Las circunstancias volvieron a encontrarse conmigo, en uniforme verde olivo y grados de Comandante en Jefe, y me convertí en el fundador y presidente del Instituto Cubano del Libro durante 15 años. Terminé en la Secretaría del Consejo de Ministros. Escribí una novela: República Angelical, pero histórica, sobre la revolución del 30, y de nuevo las circunstancias me llevaron a escribir historia. Es decir, no creo en el destino, pero parece que la historia siempre había estado esperándome agazapada al doblar de la esquina".

¿Podrías describir brevemente la ruta crítica que te llevó a emprender una obra tan monumental y abarcadora?

"Para los papeles cosidos por el lomo que dieron paso a República Angelical; es decir, los documentos que hurgué para descubrir la revolución del 30, que pensé entregar a la editorial para que le fueran útiles a alguien, pasé a escribir un ensayo que erróneamente creí que alcanzaría solo 100 cuartillas, que permitieran entender la República hasta la caída de Machado. Mas, me di cuenta de que sin el siglo XIX esto tampoco se entendería. Entonces pretendí encerrar esa historia en otras 100 cuartillas. Total, sumados a la visita a los archivos, sobre todo, de Washington, Nueva York, Madrid, Segovia, Alcalá de Henares y Caracas, estas 200 cuartillas suman hoy siete libros, algunos de tres tomos, y otro en camino de dos tomos sobre la primera intervención, la Constituyente de 1901 y la Enmienda Platt, ya próximo a concluir. Después, al fin, vendrá la República".

¿Cuentas con los jóvenes lectores?¿Qué tipo de lectura te gustaría que hicieran ellos de tu libro?

"Un padre me contó que su joven hijo se había leído Cuba: la forja... no me envanecí, pero poco faltó para que estallara de felicidad. Para quién mejor, sino para los jóvenes escribir esas páginas. Es como verme yo mismo sentado en el sillón de la sala de mi casa, en Santa Clara, a la luz del patio, devorando libros de historia, como solía hacer. Hasta los libros de texto. Recuerdo que siempre me decían que no se examinaría la letra pequeña y casi diría que esa era la primera que leía y la más interesante, porque daba los detalles de la historia. Mi sueño es escribir y que los jóvenes sean mis mayores lectores y críticos. La muestra es que me siento feliz cuando guío a mis alumnos. Si logro enseñar historia verdadera y no mitos y cuentos de la abuelita, mi tarea estará satisfecha".

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