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La más oportuna e inteligente inversión que podemos
hacer Oscar Sánchez Serra
Como decimos en el argot beisbolero, no le entraron a palos, como el día inicial de esta segunda ronda, ni fuimos dominados igual que aquel mismo día por el zurdo Markwelll, con cinco dobleplay, como también recordarán. ¿Qué faltó? A nuestro juicio, carecemos desde hace ya un buen tiempo de actuar, bajo presión o alta demanda, que es el término actual, acorde a la calidad que tiene el béisbol cubano. En otras palabras, no se muestran los atributos cuando la situación es extrema, es decir, cuando el juego no se puede perder. Aunque está claro que un encuentro, amén del resultado, no es medidor de la calidad del deporte. Resolver esa situación pasa por varias aristas y la única no es la de insertarnos en ligas foráneas donde se juegue con la intensidad que demanda un Clásico Mundial, porque ellas al igual que la nuestra tienen formatos de amplios calendarios, en los cuales da tiempo a recuperarse incluso de una racha adversa en varios choques. No creo que nadie dude de que a nivel de selección nacional la calidad de Cuba sea de las mejores en el mundo. El propio Hensley Meulens, mentor de Holanda, lo decía al finalizar el duelo que le dio la clasificación ante la Mayor de las Antillas. "Para nosotros es un honor pasar a la cuadrangular final, pero el mérito se multiplica al vencer a una de las selecciones más encumbradas del planeta. A Cuba hay que jugarle hasta el último out, es impresionante cómo se entregan, la calidad que tienen sus peloteros. Estoy muy orgulloso de haber clasificado ganándole a un gran equipo", expresó. Y ciertamente es así. Pero... El problema de jugar bajo presión no puede solucionarse justamente cuando aparece la exigencia, deben prepararse y hallarse las respuestas correctas en la misma medida que el deportista va pasando por las diferentes etapas de su desarrollo. Si tiene un inicio débil en cuanto a este aspecto, entiéndase en edades escolares y juveniles, ya nace herido de muerte, pues llega a la Serie Nacional, con calendario amplio, un formato de todos contra todos, y todavía no siente el rigor que encuentra después en un certamen como el que acabamos de jugar donde cada juego vale y el rival siempre posee un altísimo nivel. Es entonces que aparecen la ansiedad, la falta de anticipación, de concentración, que termina en desconcierto y da paso a errores propios de un novato o un escolar. Volvemos pues a lo que no hemos dejado de tratar en nuestras páginas y lo reiteramos una vez más, si no somos capaces de organizar un sistema de participación desde edades tempranas hasta las categorías de mayores, este tema seguirá siendo una asignatura pendiente. Hoy contamos con unos Juegos Escolares con un calendario competitivo que no rebasa los 15 días y son más bien torneos inter EIDE, un certamen juvenil que anda hoy por poco más de 35 partidos, pero que ha sido inferior en muchos años. No se juega, o lo que es lo mismo, no se participa, y en consecuencia se llega a la Serie Nacional a aprender, no solo a enfrentarse a situaciones de tensión, sino a elementos técnicos y tácticos que debieron ser vencidos con mucha anterioridad. Incluso, aquí mismo, en los entrenamientos previos, vimos al mentor Víctor Mesa enseñar bateo de precisión, cómo empujar una bola pegada para la banda opuesta, cómo se toca, cómo colocarse a la defensa en distintas posiciones. Esas deudas no pueden saldarse en el momento de la competencia, porque ella exige que se ponga sobre la grama el desarrollo de un pelotero, no su aprendizaje. Insistimos, hoy no poseemos un régimen de participación capaz de tener en cada escuela un equipo de pelota, que los muchachos sientan primero el deseo de integrar esa escuadra en representación de sus compañeros y que defiendan esa bandera ante otros planteles en un campeonato de larga duración, que puede ser de fines de semana. Tenemos más de 8 mil escuelas primarias, más de 1 200 secundarias, cientos de preuniversitarios ya en las ciudades, tecnológicos, en fin, un caudal de vasta materia prima. Si estructuramos a nivel municipal un campeonato, del cual emerjan los seleccionados ganadores para ir a la provincial, representando a ese territorio, pero con el nombre de su escuela, y que termine en una final a nivel de nación, tendríamos la premisa de solución a jugar bajo presión, porque lo primero que se necesita para vencer ese handicap es jugar mucho. Creemos que esa sería la más oportuna e inteligente inversión que podamos hacer en nuestro pasatiempo nacional, porque si continuamos echándole dinero por arriba, entiéndase a la selección nacional, sin resolver esos problemas, no vamos a tener los resultados que respalden tal erogación. Por otra parte, requerimos de más rigor en la Serie Nacional, hablamos de insertarnos en campeonatos de otros países, no niego esa otra posibilidad, pero ¿por qué no podemos hacer el nuestro igual de competitivo? Estamos actualizando el modelo económico y social del país, exigimos que se gane según el resultado, apliquémoslo también en el deporte. Al final, lo de insertarse en ligas rentadas o profesionales de otras naciones es lo mismo. Si no hay espectáculo, tampoco habrá desarrollo y estadios llenos que demanden al pelotero jugar bajo presión. Si cada provincia desarrolla un amplio movimiento social alrededor de su estadio, de su equipo de pelota, impulsa a la economía del país y a la de cada territorio. El béisbol mueve pasiones, estados de ánimo, lo llevamos muy adentro, defendámoslo desde que el niño dice que quiere ser como José Dariel Abréu o como Alfredo Despaigne. Recapitulemos, nos hacen falta torneos de larga duración, en todas las categorías y en toda nuestra geografía; una serie nacional competitiva, una vinculación de las administraciones locales con el espectáculo y en consecuencia con los dividendos que en el orden económico pueden obtenerse como resultado de este, y también la inserción en lides de otras naciones. Tenemos las instituciones, los profesores y una pasión por el béisbol a la que solo debemos responder con la máxima de vivir para ella, no de ella. |