Ni Pitágoras podría con este Clásico

Oscar Sánchez Serra, enviado especial

Si alguno tiene la más mínima duda de que las matemáticas mueven la vida moderna, ya no solo por las nuevas tecnologías de la información, cuya base está en esa ciencia, adéntrese en los vericuetos del III Clásico Mundial de Béisbol y se dará cuenta de que la pelota se buscó en los números o el aliado perfecto o al diablo en persona.

Los taipeianos regocijaron a sus parciales al culminar primeros, tras el triple empate en la cima del disputado grupo B.

Si en uno de los cuatro grupos de competencia hay un triple empate, Pitágoras y su teorema quedarían como bebés, ante la fórmula de desempate. Fíjense si no:

Entre tres equipos que ocupen el primer lugar con el mismo porcentaje: el ganador del grupo será el que obtenga el mejor resultado de la fórmula TQB (Team Quality Balance), que se obtiene del número de carreras anotadas, dividido entre las entradas jugadas a la ofensiva, menos el número de carreras permitidas, dividido entre las entradas jugadas a la defensiva (RS/IPO)-(RA/IPD)=TQB. Para calcular el TQB se tomarán en cuenta los resultados entre los equipos involucrados. Si persiste la igualdad entre los tres equipos, el ganador del grupo será el que obtenga el mejor resultado de la fórmula ER-TQB (Earned Runs Team's Quality Balance), que se obtiene de la suma del número de carreras limpias anotadas, dividido entre el número de entradas jugadas a la ofensiva, menos el número de las carreras limpias permitidas, dividido entre el número de entradas jugadas a la defensiva (ERS/IPO)-(ERA/IPD)=ER-TQB. En ambos casos, si se mantiene la igualdad entre dos equipos en el primer lugar, el ganador del grupo será el que obtuvo la victoria en el encuentro sostenido entre ambas selecciones en la primera ronda.

Pero lo mejor no es eso, sino que después de tantas ecuaciones, parece que existe la posibilidad de que no haya solución y entonces el Reglamento del torneo expresa que “si aún persiste la igualdad entre los tres equipos, las posiciones serán definidas por el porcentaje de bateo; si después de este criterio, se mantiene la igualdad entre dos equipos, el ganador será el que obtuvo la victoria en el encuentro sostenido entre ambas selecciones en la primera ronda”.

Y todavía pudiera no haber luz al final del túnel, porque los organizadores han colocado otro párrafo en la reglamentación en el cual se lee: “si ninguno de los criterios anteriores es efectivo, y persiste la igualdad entre los tres equipos, las posiciones y los clasificados se definirán por sorteo”. O lo que es lo mismo, se cansaron de sacar cuentas.

Para remate de esas cuentas, Taipei de China, Sudcorea y Holanda decidieron en la calculadora, pues las tres selecciones finalizaron con idéntico saldo de dos victorias y una derrota. Ni un jonrón, un ponche o un robo de base, ni siquiera las disímiles variantes tácticas de un deporte tan rico como el béisbol, pudieron decidir las ubicaciones de ese Grupo, que se jugó en Taipei de China.

En las matemáticas, Sudcorea necesitaba ganar por una ventaja de cinco carreras a Taipei de China para ser favorecida por los números, pero ganó por una. De tal manera, su víctima se convirtió en líder del grupo y Holanda quedó segunda, pues el juego entre ellos lo ganó la escuadra asiática.

Razón tenía el director del seleccionado cubano cuando le pidieron, al finalizar su desafío frente a China, el lanzador que actuaría ante Japón en el último encuentro del Grupo A, en esa ciudad. Dijo que “todo depende de cómo sucedan las cosas en Taipei, pero no hay ni idea de lo que puede pasar allí”.

Así fue, las cuentas dejaron fuera a Sudcorea.

 

 

 

5 de marzo de 2013


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