Pabellón del arte experimental VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ El Pabellón Cuba, en plena Rampa habanera, parece revivir en estos días el esplendor de una instalación que figuró como sede de importantes eventos artísticos en el pasado, como la exposición Del Tercer Mundo, estremecedor ejemplo de diseño y mensaje político en los sesenta, y del Salón de Mayo cuando salió de París para instalarse en esta urbe antillana.
En esta Novena Bienal de La Habana, el Pabellón vibra con su carga de experimentación artística, en un proyecto curatorial encabezado por el arquitecto Rómulo Fernández y los especialistas Margarita Sánchez, José Manuel Noceda y José Fernández. La diversidad expresiva del arte contemporáneo, en sus variadas posibilidades, se aprecia desde la entrada al recinto franqueada por la obra del canadiense Mario Duchesneau, instalación a base de ropas que en forma de cascada crea una textura visual de evidente connotación sociológica en cuanto transgrede la función de la segunda piel del hombre. Ángela Martínez y Daniel Quiles, pareja que se da a conocer bajo el nombre artístico Anavia, han intervenido el espacio que corresponde al patio lateral con Visionario, un pavimento de colores y texturas que contribuye a facilitar el traslado de los débiles visuales y minusválidos por los espacios citadinos. El cubano Raúl Cordero y la alemana Anja Steidinger están presentes con Hello / Good Bye, una proyección cuestionadora de ese gesto universal de saludo/despedida, con que establecen una relación en la llegada y la partida a los visitantes del espacio expositivo. Se destaca la obra de César Sáez, canadiense, con una enorme instalación, Kiosko en una feria (Banana en el mercado), obra esta que por su ejecución y proyección merecería un comentario aparte por su totalidad conceptual. El colombiano Álvaro Ricardo, en Bicicleta americana, repasa la ornamentación con que el ingenio popular añade una noción estética a los ciclos, experiencia que el artista completó con sus vivencias cubanas. En el corredor de entrada aparecen las fotos de la dominicana Raquel Paiewonsky, en el que aparecen los modelos enfundados en trajes con atributos sexuales que caracterizan la obra de la artista. No puede saltarse en el recuento, la curiosa y muy vivificante pasarela del pasado miércoles, resultado del Taller de Vestuario Alternativo, un proyecto de Pedro Contreras, que contó con la participación de un grupo de diseñadores cubanos y extranjeros. Muchas otras propuestas conceptuales y cuestionadoras de los límites del arte se hallan en el Pabellón. Descubrirlas, aplaudirlas o ¿por qué no? negarlas, es un ejercicio estimulante. |