Miguel Hernández
(foto), enviados especiales
BEIJING.—
Arden en deseos los deportistas cubanos por entrar en acción a partir
del sábado, un día después de lo que promete ser una espectacular y
memorable apertura.
El optimismo brota por los poros. Ayer, en una jornada
de puertas abiertas a la prensa en la Villa Olímpica, los enviados de
los medios isleños hablaron con los entrenadores y sus pupilos, como los
de judo y boxeo que se sumaron este martes a la delegación tras varias
semanas de preparación en España, Italia y Japón el primero, y en
Tailandia, el segundo.
En la "villa cubana", el bloque A 3, los competidores
van y vienen de los entrenamientos, otros descansan en sus cómodas
habitaciones, "chatean" en Internet, aprovechan los minutos gratuitos
para hablar con los familiares en Cuba, leen un libro o escuchan música
con sus auriculares.
La judoca Yanet Bermoy vacía su equipaje; hace solo unas
horas llegó desde la tierra del Sol Naciente. Ella aparece en los
cálculos para convertirse el próximo sábado en la primera medallista de
la expedición, pero no pierde la calma ante la atención sobre su figura.
"Ese día tengo que estar más concentrada que nunca, ya que son cuatro
años de preparación que se juegan en una sola fecha, en unos pocos
minutos, pero sí estoy convencida de que una medalla voy a conseguir
como fruto de mi sacrificio, el estar, por ejemplo, dos meses sin
regresar a mi país, hacer la dieta para mantener el peso, dejar a un
lado las fiestas, entrenar todos los días pensando en mejorar los
errores porque el año pasado perdí con la japonesa Ryoko Tani (por un
yuko) en la final mundial de los 48 kg y para ganarle necesito entrenar
el doble. Esa ha sido la única vez que me he enfrentado a ella, es un
ídolo en su país pero no invencible. Hace poco soñé que había alcanzado
la medalla de oro aquí y cuando desperté me dije que podía hacer ese
sueño realidad, solo depende de mí".
Tani (antes Ryoko Tamura) ha conquistado dos medallas de
oro y dos de plata en cuatro Juegos Olímpicos.
Como la nipona otro ícono del judo universal es Driulis
González, con cuatro preseas olímpicas incluida la dorada de Atlanta-96
y tres títulos mundiales. Después de nacer su hijo hace seis años
regresó al tatami y ascendió de los 57 a los 63 kg, y a los 34 años
logró coronarse campeona del orbe en el 2007, pero en estos Juegos
Olímpicos dirá adiós.
"Debo sentirme satisfecha por todo lo que he hecho y
estar aquí en mis quintos Juegos Olímpicos. Me he sacrificado muchísimo
durante toda mi vida, con mucha disciplina para lograr esos resultados.
No ha sido fácil. Yo estoy bien preparada psicológicamente para
conquistar una buena medalla, no sé cuál será. Aquí lo que necesito es
mucha concentración cada minuto. Pienso en la competencia, en cómo será
ese día, pero no en mis rivales. También en mi hijo, que lo tengo
entrenando con Dayma Beltrán y ella me ha dicho que le ve cualidades
aunque esté todavía pequeñito. Después de Beijing le dedicaré más tiempo
porque aquí será mi último combate".
Al caer la tarde aparecieron los 10 boxeadores, llegados
desde Tailandia con su director técnico a la cabeza, Pedro Roque.
"Cumplimos dos objetivos: pulir algunos elementos técnico-tácticos
frente a posibles adversarios de Europa y Asia. Lamentablemente el
conjunto local ya se había marchado para Vietnam, pero cruzamos guantes
con Francia, Ecuador, Colombia y Alemania, en parte suplimos este
déficit que venimos arrastrando desde la primera parte del macrociclo. Y
en segundo lugar hicimos la adaptación al huso horario.
"Emilio Correa (75 kg) es el primero nuestro que debe
abrir el torneo (el sábado) si no queda ‘bye’. El equipo está en óptimas
condiciones, hay un nivel de confianza muy alto y pienso que lo más
importante ahora es esperar el sorteo. No te hablo de número de medallas
de oro, pero sí te digo que el Himno Nacional tiene que sonar".
6 de agosto