Para
el 70 % de la delegación deportiva cubana Beijing será dentro de un mes
su primera experiencia olímpica, aunque numerosos de esos protagonistas
han logrado ganar un nombre en este ciclo cuatrienal con sus incursiones
internacionales.
Tal peculiaridad no resta fuerza al propósito de atletas,
entrenadores y directivos de remarcar la pretensión de mantener a la
pequeña nación caribeña entre las potencias olímpicas en un rango que, a
su juicio, se prolonga hasta el decimoquinto lugar de la tabla general.
El optimismo tampoco es frenado por la situación de su tradicional
"buque insignia", el boxeo, que hace cuatro años aportó en Atenas cinco
medallas de oro para catapultar a Cuba al onceno sitio del medallero. El
panorama cambió bruscamente para el pugilismo en los dos últimos años y
hoy los aficionados parecen advertir que esa fuerza de podio se ha
trasladado al atletismo, aunque perciben un contagioso espíritu de
convertir reveses en victorias entre los boxeadores.
El propio hecho de clasificar a 10 de 11 posibles al torneo chino,
sin haber asistido al Mundial de Chicago, es una buena señal, pero
algunos analistas han insistido en la necesidad de recortar la
diferencia de nivel entre los primeros y los segundos hombres en varios
pesos.
El momento ahora es de aliento y confianza en este equipo de
peleadores entre los que tampoco ninguno ha participado en Juegos
Olímpicos. Como tampoco nuestro vallista Dayron Robles convertido en
gran favorito de la carrera que paralizará a China el 21 de agosto por
"culpa" también de Liu Xiang, después de su récord mundial.
Una exhortación cobra cada día más peso en la expedición cubana,
convertir en un desafío a la estrategia y a la táctica, a la mente y el
corazón: ni antes ni después, el "gran golpe" hay que darlo donde toca,
en el escenario de la gloria. Y a lo largo de la historia, Cuba cuenta
con numerosos héroes y heroínas de esta especie... sin experiencia
olímpica, en su momento.