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Antes de la arrancada

A pocas horas del arranque

¿Un dragón encenderá el pebetero olímpico?

Sigfredo Barros, enviado especial
sigfredo.bs@granma.cip.cu

BEIJING.— Cuenta la leyenda que Prometeo le robó el fuego a Zeus, el padre de los dioses, para entregárselo a los mortales. El gesto le costó muy caro, pues fue condenado a ser encadenado para que un águila le devorara las entrañas. En su honor, en los Juegos Olímpicos de la antigüedad se mantenía encendida una llama que ardía durante todo el tiempo que duraran las competencias.

Cathy Freeman dio vida al fuego en Sydney 2000.

Muchos años después, en los Juegos de Ámsterdam 24, se retomó la tradición, que se ha mantenido hasta nuestros días, viajando por tierra, en barco, en avión, bajo el agua, con todo género de imprevistos a la hora del encendido del pebetero, hasta llegar a la especulación de que los chinos lo encenderán utilizando un dragón gigante expeliendo fuego por sus fauces.

Indudablemente, lo más espectacular hasta el momento fue visto en Barcelona¢ 92, cuando el arquero paralímpico Antonio Rebollo lanzó una flecha que sobrevoló el pebetero y fue a parar a las áreas aledañas del estadio. Cuatro años atrás, en los Juegos de Seúl, ocurrió un percance: docenas de palomas fueron liberadas durante la ceremonia inaugural y cuando la llama fue encendida las pacíficas aves se quemaron, para horror de los miles de personas en la instalación.

Otros asistentes a ceremonias de este tipo, los de Atlanta¢ 96, quedaron estupefactos cuando apareció en el estadio la figura del boxeador Mohamed Alí, visiblemente afectado por el mal de Parkinson y designado para efectuar el encendido. Fue una de las muchas cosas que le quedaron mal a los norteamericanos, pues el pebetero se quemó y la llama se apagó durante los llamados Juegos del Centenario.

Pero nadie le puede disputar a la aborigen australiana Cathy Freeman el récord del mayor mal rato olímpico. Durante casi tres interminables minutos los técnicos trataron desesperadamente de arreglar un desperfecto en la plataforma que debía elevarla hacia el pebetero. Después, ella confesaría: "estuve a punto de echarme a reír por lo nerviosa que estaba".

Ya inmersos en esta XXIX edición, la prensa china especula sobre cómo se encenderá el pebetero. Zhang Yimou, el cineasta que está al frente de la producción de las ceremonias de apertura y clausura, no ha dicho ni una palabra. Pero se comenta que un dragón gigante será el centro de este momento cumbre, lo cual no sería nada extraño teniendo en cuenta que este animal mitológico ha sido considerado siempre una figura benéfica y un signo de buena fortuna entre los habitantes de este país.

Sea como sea, dragón o no, ojalá que el encendido sirva para recordar las palabras del barón Pierre de Coubertain, el francés restaurador de los Juegos: "que la antorcha olímpica siga su curso a través de los tiempos para el bien de la humanidad, cada vez más ardiente, animosa y pura".

5 de agosto

 

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