Las primeras horas
Miguel Hernández y Ricardo López Hevia Enviados
especiales BEIJING. —No hay que extrañarse que el
camarero le pregunte en cualquier restaurante cómo desea tomarse el
agua. Es que en China se acostumbra a ingerirla caliente durante las
comidas. Uno de los jóvenes médicos que atienden solícitos a los
reporteros en el imponente Centro Internacional de la Prensa, justifica
el hábito: "Para muchas personas, beber agua fría después de una sopa
caliente o un trozo de carne, tal vez sea refrescante, pero se puede
interrumpir el proceso de digestión con los cambios de temperatura. Lo
mejor es mantener el equilibrio en el cuerpo." Y mientras insisto en
beberla fría para no desacostumbrarme al fogoso trópico del regreso,
descubro más señales en bien de la salud en este palacio de la prensa:
en uno de sus salones, personas invidentes aplican masajes a los
primeros informadores que saben de la fama del conocido como masaje
ciego.
Periodistas
ya le toman el pulso al Centro de Prensa Internacional.
La técnica es una de las más tradicionales de China. Las personas con
esta discapacidad al tener más desarrollados los sentidos del tacto y
olfato, ayudan a eliminar las zonas de dolor y a detectar lesiones, nos
asegura Samuel, uno de los voluntarios de origen pekinés que estudió
ocho meses el español en La Habana y hoy auxilia en la traducción a los
reporteros llegados del otro lado del mundo. Se estima en unos 40 000
los masajistas profesionales en Beijing, de ellos 5 000 estarán en la
zona olímpica. Los XXIX Juegos Olímpicos de Beijing tendrán una
importante influencia en el contexto social, económico y político para
China, nos aseguró recientemente el presidente de honor del COI, Juan
Antonio Samaranch, un hombre que goza de notable popularidad aquí. Pero
a su vez el mundo recibirá lecciones de la milenaria cultura de este
gigante asiático, como nunca antes. 29 de julio |