El aplastante triunfo de 10-2 sobre Estados Unidos —reconocido así
por varios de sus jugadores al termino del encuentro—, le permitió a la
selección antillana estar presente en la quinta final, frente a
distintos rivales, pues en Barcelona’92 el oponente fue Taipei de China,
cuatro años más tarde Atlanta’96 fue testigo de la porfía con Japón; en
Sydney’00 el adversario se llamó Estados Unidos, en Atenas’04 Australia
y ahora, en Beijing’08, es Sudcorea. Siempre distintos, pero siempre
Cuba del otro lado.
La victoria tuvo una connotación especial por llegar a un número
redondo. Desde la cita en la capital catalana hasta ayer suman 40 los
triunfos frente a solo 4 reveses, un average de 909 que ya quisieran
otros denominados "dream team" en varios deportes y que los peloteros
cubanos asumen con su característica modestia, respetando a sus rivales
en cada salida, aunque el marcador sea de nocao.
Y a veces también sorprendiendo a sus propios mentores. Pacheco le
dijo a los periodistas reunidos en la conferencia de prensa: "si me
hubieran dicho antes del juego que íbamos a marcar tantas carreras
frente a un pitcher de la calidad del abridor norteamericano, yo hubiera
pasado trabajo para creerlo".
Es verdad que Stephen Strasburg es un buen pitcher, un prospecto al
que le conté en los dos primeros episodios veinte lanzamientos entre las
92 y las 97 millas. Pero hace muy poco uso de su curva en cambio entre
las 77 y las 79 millas (como la que ponchó a Michel Enríquez), un error
que le costó caro pues a Cuba los lanzadores de velocidad le son mucho
más cómodos que los de rompimientos lentos a las esquinas.
La experiencia sirve de mucho en el béisbol. El reverso de Strasburg
fue Norge Luis Vera, quien tiró algunas pelotas a 92-93, pero basó su
pitcheo en el trabajo por la zona baja, mezclando la recta con la
slider, abriendo y cerrando a los bateadores rivales. Lazo tampoco abusó
de su velocidad, pese a lo cual estrucó a cuatro sin regalar boleto.
Fue una celebración por todo lo alto, con cuatro jonrones y catorce
jits frente a un rival que nos había derrotado en dos torneos oficiales.