BEIJING.—Las finales en el tiro deportivo, aparte del principal
motivo de los requerimientos de la televisión, parecen haber sido hechas
para alterar los nervios de los por antonomasia flemáticos especialistas
de este deporte.
En la prueba final del certamen olímpico, la de fusil tres
posiciones, 50 metros, se cometieron deslices antológicos.
El recordista mundial y olímpico, el esloveno Raymond Debevec (1 186
y 1 177 en clasificación y 1 287.9- 1 275.1 de finales) tiró nada menos
que un 7.7 en la primera de diez rondas y, tras un eficaz 10.2, en la
tercera volvió a desconcentrarse con un 7.9. Debevec terminó delante la
tirada clasificatoria con 1 176 a uno del récord impuesto cuando se
coronó en Atenas 2004.
En medio de los habituales diez que acompañan a los estelares, el
chino Jian Qiu, a la postre campeón, aceptó aparentemente sin inmutarse
un 8.8 en el segundo.
Lo insólito ocurrió en el décimo y último disparo, cuando era
inminente la victoria del estadounidense Mathew Emmons, el romántico
esposo de la checa Katherine Emmons que había disfrutado ante las
cámaras de las dos medallas de aquella, la de oro en rifle de aire y la
de plata en tres posiciones.
Emmons, con un 9.7 inicial, siete diez y un 9.8, disfrutaba de cómoda
ventaja de al menos 4 puntos sobre sus atribulados rivales, que a la
sazón ya peleaban solo por la de plata.
Entonces fue cuando cerró con un insólito 4.4 que causó tanto estupor
en sus parciales como desencadenó la alegría en el polígono beijinés,
porque le daba la medalla de oro al representante local, quien en ese
último intento había aprovechado el 9.8 del ucraniano Sukhorukov para
descontar con un 10.0 la ventaja de una décima de aquel e irse delante
por la misma mínima diferencia que lo coronaría campeón, 1 275.5 por 1
275.4.
Casualmente el disparo de Emmons que produjo tan inesperado desenlace
fue el último de las competencias olímpicas de tiro y desencadenó
múltiples emociones.
No era la primera vez que Emmons incurría en un desfase similar, pues
hace cuatro años en Atenas tuvo que conformarse con el octavo y último
puesto cuando disparó a una diana contraria. Esta vez su ventaja era tan
grande que pese al increíble yerro logró terminar en la cuarta posición
(1 270.3), relativamente cerca del astro Debevec, que al cerrar con un
formidable 10.8 obtuvo al menos la de bronce (1 271.7).
El suceso confirma que la anfitriona República Popular China, además
de la tremenda calidad mostrada por sus deportistas, aprovecha los "breaks"
de este tipo —incluidos los de su principal contrincante, Estados
Unidos—, en su inexorable marcha hacia el primer lugar del medallero
general por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos de la Era
Moderna.
En la misma prueba el cubano Eliécer Pérez concluyó en la posición
47, entre 49 concursantes, con un total discreto de 1 134 puntos de 1
200 posibles, desglosado en 394 de tendido, 373 de pie y 367 de
rodillas.