Idalis Ortiz, una jovencita de solo 18 años, de la provincia cubana
de Pinar del Río, entró en la historia de las grandes proezas del
deporte de la Mayor de las Antillas al lograr la medalla de bronce en la
difícil división superpesada en el cierre del certamen de judo de los
Juegos Olímpicos, jornada en la cual también Oscar Braison consiguió el
mismo metal en más de 100 kilogramos.
No solo era Ortiz la más joven de las aspirantes al título bajo los
cinco aros, sino que además fue por mucho la de menos peso corporal en
una categoría en la cual no hay control de los kilogramos, pues es
abierta (más de 78).
Lo que si tuvo a su favor es que resultó la más técnica de cuanta
judoca se presentó en el programa de clausura. Fue la única que siempre
marcó, con técnicas de alta factura y limpieza de movimientos. Además,
proyectó a sus contrarias con una gama de recursos, pues logró las altas
calificaciones, lo mismo con técnicas de hombro, de piernas, que de
cadera, como la última, que le dio la presea de bronce ante la
representante de Mongolia, considerada para muchos, según las
repeticiones y varias imágenes de los fotógrafos, como la mejor
ejecutada en el torneo femenino. De lo que si se puede estar seguro, es
que fue la más espectacular de las realizadas en la justa.
Solo la china Tong Wen, tres veces campeona mundial, pudo vencerla y
no le fue fácil. La decisión a favor de la laureada sobrevino ya en el
último minuto del duelo semifinal, con una discreta calificación de yuko.
En la porfía Ortiz estuvo muy bien, con un plan táctico acorde a sus
posiblidades técnica, que no se transformaron en victoria porque Tong es
una de las más sobresalientes especialistas en defensa.
La presea de bronce coronó la cosecha de cuatro premios para la
escuadra femenina de Cuba, pues a la de la pinareñas se suman los
trofeos plateados de Janet Bermoy, Anaisis Hernández y Yalennis
Castillo.
En tanto, Oscar Braison rozó la final de los mastodontes, pero un
deplorable estado físico se fue apoderando de él en la segunda mitad del
combate y con una buena ventaja en la pizarra y a menos de 15 segundos
para que se agotará el tiempo, fue presa fácil del uzbeco Abdullo
Tangriev, quien ya vencido por la desventaja y el tiempo, solo tuvo que
empujar levemente al cubano para inmovilizarlo y derrotarle.
Brasison, al igual que Ortiz tuvo una excelente competencia hasta ese
momento, empleando además variadas técnicas que le iban dando una
aureola medallista a medida que avanzaba en el organigrama. Se recuperó
y salñió a buscar la bronceada ante el iraní Rodaki y quien dominó sin
dificultades para recordar entonces que una selección masculina de judo
no lograba dos medallas en una lid olímpica desde Moscú-1980, cuando se
alcanzaron tres de plata. Es decir, hace 28 años.