BEIJING.—-
Cuba, por medio de la holguinera Yalennis Castillo, fue privada por los
jueces de conquistar el oro en la división de los 78 kg del torneo
olímpico, una categoría en la que el judo nacional había sido
perjudicado por la deserción en Miami de Yurisel Laborde, en mayo
pasado.
En este sentido la faena de Castillo cobra más
relevancia y también la de los estrategas que a tan poco tiempo del
inicio de la justa de Beijing estuvieron obligados a fórmulas para
reajustar las divisiones de 70 y 78 kg. En ambos pesos, aquí, en el
Gimnasio de Ciencia y Tecnología, se han conseguido metales.
La cubana y la china Xiuli Yang cumplieron los cinco
minutos del pleito final con una koka por bando. Casi a los dos minutos
de la prórroga o "regla de oro", en la que cualquier punto súbitamente
hubiera acabado el combate, una acción ofensiva de la caribeña fue
premiada por koka por los jueces.
"Pero desde la mesa ordenaron la anulación", asegura
Castillo, con voz entrecortada y sollozando de rabia. "Ha sido una
injusticia", dijo mientras su preparador, Ronaldo Veitía, trataba de
consolarla ante el enjambre de micrófonos y grabadoras poco después de
abandonar el tapiz.
Tras finalizar el combate, empatado, el árbitro esloveno
Franc Ocko y el juez japonés Akiko Amano levantaron la bandera azul a
favor de la local y la jueza francesa Cathy Mouette alzó la blanca por
la cubana, por lo que la victoria fue 2-1 para Yang, cuya mejor faena en
su expediente era el quinto lugar en el Mundial de Río de Janeiro 2007
donde la cubana fue séptima en los 70 kg.
El veredicto destapó la algarabía de los más de 10 000
espectadores. Después, en la premiación, el mismo público ovacionó a la
antillana antes de la lluvia de vítores a su atleta, tan fuerte como el
aguacero que durante el día se registró en Beijing. Para China era su
segundo metal áureo en el templo del judo, no ajeno a controvertidas
decisiones.
"Le dedico la medalla a mi familia que se ha esforzado
tanto conmigo, y al Comandante, aunque no haya cogido el oro", manifestó
Castillo, 22 años y oriunda de Moa, donde por primera vez entró a un
tatami tomada de la mano de su padre cuando tenía 12.
"A la china nunca la había enfrentado porque nunca antes
competí en 78 y aquí casi no conocía a ninguna de las rivales de este
peso", precisa la subcampeona olímpica en alusión a la situación creada
dentro del plantel de subidas y rebajas de peso tras el abandono de la
ex compañera de equipo.
"Me pasé los cuatro años del ciclo compitiendo en los
70, y en poco más de dos meses subí a los 78. Ha sido un gran sacrificio
pero creo que lo he hecho bastante bien", reflexionó.
Las medallas de bronce fueron para la surcoreana Jeong
Gyeong-mu y la francesa Stephanie Possamai, bronce mundial y doble
campeona europea, a quien la cubana derrotó por tres yukos para abrir la
puerta de la semifinal donde venció a la asiática, también bronce de
Río, por una koka. Al iniciar su camino de este jueves superó a la
kazaja Sagat Abikeyeva por dos yukos y una koka, y a la india Diviya por
ippón.
Es la tercera medalla de plata para las judocas cubanas.
"Pese a todo", recuerda Veitía, "se ha sobrecumplido Atenas... aunque no
esté el oro que nos pertenecía. El torneo no ha acabado; vamos a ver lo
que nos espera".
Para la fornida holguinera, a pesar del incidente, "ha
sido el día más memorable de mi vida, y en Londres’12 me haré justicia".
Después pidió que la disculpara porque "me duele mucho la cabeza¼ me
cuesta trabajo concentrarme", y se perdió entre los autobuses rumbo a la
Villa Olímpica, con su ramo de flores y su medalla entre las manos
mientras la fiesta china seguía adentro.