BEIJING.— El super pesado luchador del estilo grecorromano Mijaín
López se convirtió este jueves en el primer campeón de Cuba en los XXIX
Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y en el número 66 en la rica historia
olímpica de la mayor de las Antillas.
Para alcanzar la inefable gloria olímpica batió claramente en el
combate final a su tradicional rival ruso Khasan Baroev, campeón
olímpico defensor y titular mundial del 2006, con quien había alternado
triunfos y reveses, pero ahora sitúa favorablemente a su favor la
balanza, 3-2-
El pinareño tenía una gran alegría y una enorme sonrisa que no le
cabía dentro del rostro, tras imponerse sobre el colchón en el match
decisivo, recibir la corona olímpica y escuchar por primera vez en los
recintos olímpicos beijineses las vibrantes notas del Himno Nacional.
Quiso dedicarle la medalla de oro al Comandante en Jefe, "que se que
la estaba esperando" y a todo el pueblo de Cuba. También se recordó en
el diálogo con los periodistas la similitud de que el anterior titular
olímpico en lucha (en Barcelona’92) es igualmente oriundo de la
occidental provincia de Pinar del Río, Héctor Milián, presente en la
instalación como una de las glorias del deporte cubano invitadas
especialmente. Y que ambos fueron los respectivos abanderados de sus
delegaciones.
Sus víctimas anteriores sobre el colchón fueron el bielorruso Siarhei
Artsiukhin, en octavos de finales, el armenio Yuri Patrikeev en cuartos
de final, y el sueco Jalmar Sjoberg, en semifinales.
En la misma jornada final de la especialidad grecorromana, su
compatriota Yunior Estrada, en los 84 kg, ganó en la apertura frente al
eslovaco Attila Batky, pero seguidamente cayó ante el sueco Ara
Abrahamian y tuvo que conformarse con la décima plaza.
Aunque perdió la última dorada, el equipo de la Federación Rusa
conquistó el primer lugar en el estilo greco, con tres de los siete
títulos del programa. Francia, Georgia e Italia, además de Cuba,
obtuvieron los restantes.
Mijaín era la gran esperanza de la lucha greco cubana después de que
en las dos jornadas anteriores las medallas de cualquier color habían
resultado sumamemente esquivas.
El gladiador aseguró que se había preparado muy bien y estaba en
magnífica forma y al preguntársele hasta cuando habría Mijaín su
respuesta fue apasionada y a la vez enfática: "Habrá Mijaín para rato".