Cuba entera vibró en esta mañana del 13 de agosto con las actuaciones
de sus deportistas en la lejana Beijing, donde en un día tan especial
como este se sintieron más cerca que nunca del corazón de nuestra
Patria. Ese cubano mayor, nuestro invicto Fidel, nuestro siempre
Comandante, estaba cumpliendo años y el regalo, convertido en verdadero
derroche de coraje no se hizo esperar sobre los escenarios olímpicos.
Esperados los duelos en el voleibol femenino ante las campeonas
olímpicas de China, en su propia casa, y en el béisbol frente al potente
Japón, ambos sellados con contundentes victorias.
Las voleibolistas estuvieron a punto de caer, fueron derrotadas
categóricamente por sus avezadas rivales en los dos primeros sets con
aplastantes marcadores de 25-18 y 25-14, pero en el tercero la estirpe
de un país que en este deporte tiene cuatro medallas consecutivas bajo
los cinco aros, las tres de oro de 1992, 1996 y 2000 y el bronce de
2004, comenzó a emerger sobre la cancha.
Las atacadoras Yumilka Ruiz y Rosir Calderón cargaron en sus brazos
artilleros punto a punto la victoria de 25-23, respaldadas por una
defensa en la net ausente completamente en las dos mangas iniciales. En
el cuarto la batalla fue epica hasta 32-30 definitivo, con destaque para
el bloqueo y el poderoso saque de Yanelsi Santois, al tiempo que Yumilka
y Rosir seguían sus andanadas mortíferas.
Ya en el quinto y decisivo sobrevino el temple de un equipo con una
inmensa convicción de victoria, el 15-13 sellaba el mejor regalo, no
solo por el triunfo, sino por la manera de conseguirlo: convirtiendo un
casi revés en victoria.
Los peloteros no dieron chance, arrancaron delante y cada vez que le
empataron, sin dejar pasar un Inc., tomaron la delantera con un inmenso
Norge L. Vera, combativo y con todas sus experiencias a cuesta para
guiar el éxito de su equipo en una batalla que se preveía compleja. Lazo
también gigante en el cierre, la defensa muy certera, con un fildeo de
leyenda de Cepeda en el izquierdo que evitó que Japón se fuera arriba en
la tercera entrada y cuatro dobleplay en los momentos cruciales del
choque.
Sabían los del béisbol su gran responsabilidad y actuaron como los
campeones que son, tampoco querían quedar fuera del mensaje de regalo.
Y ni que decir de Anaisis Hernández con su histórica medalla de plata
en el judo de los 70 kilogramos.
No estaba prevista su presencia en Beijing, pero asumió esa
responsabilidad frente al robo de talentos, esa inescrupulosa práctica
de los poderosos, que sufre el deporte cubano. Ella ocupó el lugar que
dejó la desertora Yurisel Laborde, quien prefirió el olor del sucio
dinero al calor de sus compañeras. Se preparó rápidamente y se alistó en
los 70 kilogramos, mientras Yalegnis Castillo pasó de los 70 a los 78.
Ya en el 2001, había sustituido a Driulis González en los 63 por la
maternidad de la guantanamera. Entonces se apareció en Munich, con la
misma combatividad y se llevó en ese estreno de bronce en campeonatos
mundiales. En el 2002, haciendo la misma suplencia, obtuvo la de plata
en la lid del orbe por equipos, en Basilea, Suiza.
Se subió en el tatami olímpico con esa convicción de victoria de las
judocas cubanas, más con el corazón que con recursos, dada la prolongada
ausencia de la escuadra principal. Sin embargo, lo que bien se aprende
no se olvida. Derrotó consecutivamente a Annett Boehm, medallista de
bronce en el mundial de Río de Janeiro el pasado año y también en la lid
del orbe de El Cairo-2005, y luego Ylenia Scapin, bronce en Atlanta-1996
y Sydney-2000 y el mismo premio en las justas del planeta en
Birmingham-1999, Osaka-2003 y Río de Janeiro-2007, además, actual
campeona de Europa.
Solo cedió ante la japonesa Masae Ueno, la reina del peso desde 1991,
y campeona defensora de los Juegos de Atenas-2004.
También de Cienfuegos, como Yanert Bermoy, la otra medallista de
plata de la delegación y del judo, Anaisis vistió de dignidad y coraje
al deporte cubano en este singular día para la Mayor de las Antillas.
Pero en el campo de tiro con arco las flechas santiagueras de Juan C.
Stevens fueron saetas de combatividad y arrojo.
Este miércoles escribió otra página brillante para el tiro con arco
cubano al asegurar su clasificación entre los 16 mejores del planeta
luego de batir en los dos primeros matches bilaterales a sus calificados
contrincantes.
El sudafricano Calvin Hartley, quien le hizo pasar sus apuros, pues
iba delante por 4 puntos a la mitad del encuentro.
Fue entonces cuando hizo gala de su garra competitiva y con un
tremendo levantón consiguió empatarle a 107 para definir favorablemente
en flechazos extras. La igualada persistió tras el primero, 9-9, pero en
el segundo apretó para un 10-9.
Luego topó con el rumano Alexandru Bodnar, número 60 del ranking
sabatino, quien venía de sorprender por 106-105 al malasio Wan Khalmizam,
nada menos que el quinto lugar de la clasificación (674).
Pero Stevens, ya inmerso en su salsa combativa, no creyó en la hazaña
de su rival y lo aventajó claramente por 108-101, para dar un paso
decisivo en su aspiración olímpica.
Bella jornada que bien pudiera ser el preámbulo del estreno dorado en
el medallero de estos Juegos.