Había llegado a Beijing en su intento de una quinta
medalla olímpica. Fue campeona en Atlanta, en los 56 kg; subcampeona (57
kg) en Sydney’00, y bronce en Barcelona’92 y Atenas’04, en 56 y 63 kg,
respectivamente. Y por si fuera poco ¡tres veces titular del mundo!
"No me siento contenta, pero tampoco triste porque he
realizado una carrera deportiva muy bonita y pensaba irme con un metal
aunque, bueno, no fue así ¿y qué se puede hacer? Simplemente disfrutar
ahora lo que he hecho durante toda mi vida deportiva".
¿Qué te pasa en la mano?
"La tengo lastimada, los dedos... Eso me afectó para el
agarre. Pero eso no justifica mi derrota. La japonesa se preparó bien;
es campeona olímpica de Atenas y yo le había ganado en el Mundial de Río
el pasado año. Aquí estuvieron las siete mejor rankeadas del mundo. No
hay casualidad".
Al final Ayumi Tanimoto ganó el oro en los 63 kg, la
francesa Lucie Decosse la plata, y la holandesa Willeboordse y la
norcoreana Won Ok Im, el bronce. A todas, la guantanamera hace apenas un
año, con menos deuda de gimnasio, las desbancó.
Después de quedar libre en el sorteo, ganó sus dos
combates preliminares ante la austríaca Claudia Heill, subcampeona
olímpica de Atenas, por superioridad, y a la china de Taipei, Wang Chin
Fang, por un yuko. En la semifinal no pudo contra la de los ojos
rasgados que la inmovilizó a los 3:34 minutos (mientras centenares de
otros ojos rasgados agitaban banderitas en las tribunas), y en la
repesca la Willeboordse, bronce mundial, la aventajó por una koka ya en
el tiempo extra de "la regla de oro".
Pero quizá se podría decir que el árbitro en tu pleito
contra la holandesa no te dio tiempo para arreglarte la chaqueta y
después la penalización y que¼
"Ya te dije que la derrota no tiene justificación.
Cuando pierdo analizo en mi fuero interno, pero de ahí a decir que por
eso perdí, no, no, nada de eso".
Entonces ¿te hemos visto por última vez en el tatami?
"Seguro. Ya he enfrentado muchísimo sacrificio para
llegar a esta Olimpiada: dejar a mi hijo, prácticamente se ha criado con
el padre, limitarme de fiestas, bailes, de todo. Ya es hora de que le
dedique más tiempo al niño y a mi vida. Voy a cumplir 35 el mes próximo.
No hubiera querido irme así, pero sí, ya digo adiós".
Adiós entonces a la judoca que marcó una época, a la que
pareció no dejarse vencer nunca dentro y fuera del tatami. A la que
mientras se despedía anoche de este santuario del judo le decían los
chinos que conocían de su palmarés, "gong chi" ("congratulaciones").
Aunque el podio le haya cerrado el paso a la mujer leyenda.