Las anteriores ediciones de los Juegos, habían transcurrido en los
continentes europeo y americano. Melbourne es la primera ciudad de
Oceanía en acoger la magna cita. La diferencia en las fechas del comienzo
del verano entre los distintos continentes, suponía un problema, que hizo
que la organización propusiera el mes de diciembre para el comienzo de
los juegos. Al final se acordó noviembre. Esta fecha tan tardía alteró,
también por primera vez, el programa habitual de entrenamiento de los
atletas.
Tres años antes de la inauguración cundió el pánico entre los
miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), debido al retraso que
llevaban los australianos en la organización de los Juegos. El retraso
era tal que el COI amenazó en llevarse los Juegos a otro país.
Un gran revuelo provocaron las exigencias de la ciudad australiana para
desarrollar el certamen de equitación. Los organizadores demandaron que
los caballos que viajaran a Melbourne debína pasar obligatoriamente una
cuarentena de seis meses en Nueva Zelandia, Irlanda o Gran Bretaña. Tal
situación hizo que el COI tomara la determinación de que las pruebas de
hípica se celebraran en Estocolmo, del 10 al 17 de Junio. Pero también
se acordó que nunca más se iba a separar la celebración de pruebas en
unos Juegos.
En
la cita australiana se inscribieron 67 países, quienes aportaron a las
diferentes disciplinas 3 342 deportistas, y por primera vez la URSS domina
el medallero por naciones con 96 preseas, de ellas, 37 de oro, 28 de plata
y 31 de bronce. Estados Unidos, terminó en segunda posición con 74
(32-25-17).
Un verdadero drama protagonizó el corredor australiano Ron Clarke,
inscrito en la prueba de los 1 500. El fue seleccionado para encender el
pebetero en la ceremonia de apertura, pero... la llama le alcanzó el
brazo y no pudo alistarse en la salida de la carrera, pues tuvo que
guardar cama con un brazo completamente vendado en uno de los hospitales
de Melbourne.
Ron,
sin embargo, apostó por mejor suerte en la edición de Roma-1960. A la
capital italiana llega con las mejores marcas de 1 500, 5 000 y 10 000,
también podría ser un serio candidato en la Maratón. Mas...una seria
lesión en la pierna izquierda lo deja fuera de su aspiración. Insiste y
va a Tokio-1964, ya poseedor del mejor registro del orbe en 10 000, pero
terminó noveno en los 5 000 y en 10 000 la presea de bronce fue un premio
a su persistencia, la cual lo llevo hasta su cuarta intentona en
México-1968, y de la justa azteca también regresó sin coronas.
Melbourne
fueron los Juegos de Larissa Latynina. Comenzó en la justa australiana a
engrosar la más impresionante vitrina olímpica de una mujer, la cual hoy
todavía no ha sido superada. En los XVI Juegos la soviética obtuvo
cuatro medallas doradas y una de plata., fue el inicio de un botín que se
extendió a 17 premios, de ellos nueve de oro, cinco de plata y tres de
bronce.
Otro que inició en Melbourne una singular cadena de triunfos fue el
estadounidense Al Oerter, en aquel momento con solo 20 años. Ganó su
primer título olímpico, batiendo el récord de la cita con 56,36. Sería
el primero de los cuatro títulos consecutivos que conseguiría.
Pero
lo más sobresaliente del sector masculino fue el doblete dorado del
soviético Vladimir Kuts en 5 000 y 10 000 metros. Los cronistas que
siguieron las incidencias en la pista atlética del estadio Cricket Ground
llegaron a escribir que era una endiablada máquina de correr. Sin
embargo, no solo se trataba de cualidades físicas, sino también de un
acertado plan táctico para cada ocasión.
Medallero
de Melbourne-1956