La segunda cita de los Juegos resultó, desde el punto
de vista organizativo un fracaso. La indiferencia de París por ellos los
sumió en un verdadero chasco. Cinco meses duraron las competencias, desde
el 20 de mayo hasta el 28 de octubre de 1900. Ni siquiera hubo ceremonia
inaugural, tampoco medallas para los vencedores, y pocos sabían donde
quedaban los escenarios competitivos.
Los
propios atletas tuvieron que costearse los gastos de hospedaje en la
capital francesa.
Todo vino a complicarse al incluir a la cita deportiva
dentro de una exposición mundial, por el, advenimiento del siglo XX, la
cual dejó en los oscuro a los atletas. Sin embargo, la celebración de
los II Juegos Olímpicos reafirmó la vitalidad de la idea de Coubertín.
Y pese a los escollos, la urbe parisina fue testigo de
grandes marcas y de las faenas de grandes deportistas. El
germano-estadounidense Alvin Kraenzlein, representando a Estados Unidos,
se alza como la figura descollante de esta versión al coronarse en cuatro
pruebas del atletismo: 60 metros planos. 110 con vallas, 200 con vallas y
salto largo con impulso.
Otro grande, sin dudas, fue el esgrimista cubano Ramón
Fonst, que dio a Cuba y a Latinoamérica la primera victoria en Juegos
Olímpicos.
También
sobresaliente fue la actuación de otro representante de Estados Unidos.
Ray Ewry, quien cuando niño estuvo a punto de la invalidez, asombró al
mundo con sus tres éxitos en salto largo sin impulso, en alto y en
triple.
A pesar de la posición de Coubertín llega la primera
presencia femenina en los Juegos, aunque muy discreta, pues solo fueron
seis tensitas y una golfista.
En total participaron 1 066 deportistas de 20 naciones,
en 17 deportes.
Medallero
de París-1900