El latir de una delegación digna Driulis por cuarta vez al podio olímpico La única latinoamericana con ese palmarés Oscar Sánchez,
En el judo solo dos mujeres han podido lograr esa proeza, la otra es la japonesa Ryoko Tani. En esta ciudad, que tal vez haya sido testigo de su última presentación olímpica, Driulis salió con una medalla de bronce, porque equivocó su plan táctico ante una adversaria no desconocida para ella, pero si para las grandes competencias, con todo y que había terminado quinta en la lid del orbe del 2001. La eslovena Zolnir arribó aquí por una invitación del COI y mandó a Driulis a la disputa del tercer puesto, en un combate en el que, además, los jueces no solo le negaron la puntuación en la pizarra, sino que también le toleraron a su rival constantes violaciones en la porfía por los agarres del judogui. Pero Driulis no les achacó su bronce. "Yo estoy segura que se equivocaron, tenía que ser amonestada ella y no yo, debieron marcar mi técnica de pierna, la única que se hizo en ese combate, pero de esa derrota no hay otra responsable que yo. Ellos tienen que hacer su trabajo, y yo convencer con el mío, y no pude hacerlo. Jamás justificaría un revés, lo gano o lo pierdo yo, y así actuamos todas nosotras", enfatizó. Agregó que si pudo salir a disputar la de bronce con el mismo ímpetu se lo debe a sus compañeras Amarilis, Lupetey, Daima, a su profesor, Veitía, a Mayito, el médico, "todos me levantaron el ánimo y los deseos de darle a mi pueblo esta medalla". Para alcanzarla tuvo que enfrentar rivales de más consideración que si hubiera salido por arriba en el organigrama. Primero Vandecaveye, una belga con siete medallas mundiales, luego la coreana democrática, de muy buen año en las lides clase A de Europa, y por último a la mujer que le venció en la pasada final de la justa del planeta, la argentina Daniela Krukower, porfía que se frustró porque la sudamericana se luxó su hombro antes de llegar al crucial momento. Atenas la volvió a ver en el podio (oro de Atlanta, plata de Sydney y bronce de Barcelona), y bronce ahora en 63 kilogramos, la única división en que Cuba no había sido premiada en el contexto olímpico. Sin embargo, la también doble campeona del mundo y dos veces subtitular de ese rango, estaba desconsolada cuando dedicó su medalla al Comandante en Jefe, a su hijo y a su familia. Y toda Cuba debió estar como ella, pero también orgullosa, porque esta guantanamera ha hecho grande a la Patria. A PROPÓSITO DE LA HAZAÑA Esta ciudad amaneció hoy en la quinta jornada de los Juegos Olímpicos, con un medallero en el cual la delegación cubana debía tener ya una señal dorada. Sin embargo, cuatro preseas bronceadas nos ubican un poco más allá del lugar 20. Si bien es cierto que el judo se nos ha quedado por debajo de sus posibilidades reales, no se ha traducido en tensión en la comitiva cubana. Actuaciones como la de los clavadistas Erick Fornaris y Jorge Betancourt, con el histórico cuarto lugar en el trampolín sincronizado; el partidazo ganado por las voleibolistas ante el equipo ruso, el paso de los púgiles y hasta la forma en que los del tatami han defendido su condición de medallistas son reflejo de una altísima combatividad. Hemos visto llorar de alegría, saltar sin parar y abrazos que duran largos minutos por una presea bronceada, y es lógico que suceda así, mas a los nuestros les cuesta trabajo disfrutar ese tercer lugar, les es difícil asimilarlo si pensaban que tenían para más. Es un rasgo que hemos incorporado a nuestra idiosincrasia. Somos así, porque la inconformidad nos ha hecho grandes, nos convirtió en una potencia deportiva, médica, educacional, social. En pocas palabras, Cuba no tiene que demostrar aquí nada que ya no se conozca en todos los confines del planeta. Lo que ocupa a los atletas de la mayor de las Antillas es algo sagrado, el compromiso con un pueblo, que a partir de las posibilidades de acceder al deporte ha adquirido una vasta cultura en este terreno. Por eso cuando hablamos con cada uno de los medallistas, lo primero que dicen es: "quería regalarle a mi gente algo más…" hay quien ha expresado estar insatisfecho con un bronce que es su primera medalla en citas de este tipo. Y es que conocen que el pueblo espera mucho de ellos, y ese compromiso no lo soslayan, pasa por encima del mérito de ser el tercer hombre o mujer del mundo en la competencia más encumbrada del deporte, su primer pensamiento no está en la satisfacción personal, sino en más de 11 millones de personas, que lo siguen, le quieren y le exigen. 18 ago 04 |