De la redacción:

Un paso adelante… otro atrás

Enrique Montesinos,
Enviado especial

ATENAS.— El atletismo cubano, segundo deporte aportador de medallas olimpicas, después del boxeo, logró mantener esa condición frente a un cercano seguidor como el judo (tercero), al concluir las competencias de los XXVIII Juegos.

Al llegar a Atenas exhibía 27 preseas (7-9-10) por 20 (5-7-8), ventaja estrecha si se considera que el judo comenzó en los Juegos desde Tokio’64 y el atletismo 68 años antes, además de que casi lo cuadruplica en numero de premiaciones.

El atletismo logró en esta cita 2-1-2 y ahora suma 9-11-12=31, mientras que el judo se adjudicó 0-1-5 y subió a 5-8-13=26. Quiere decir que aumentó el margen en metales dorados, pero lo disminuyó en total de premios.

El boxeo, por su parte, continuó ampliando la ventaja como líder aportador, con un total de 8 (5-2-1) y solo tuvo once representantes. La idea no es establecer una comparación entre deportes, sino tomar como introducción al análisis del atletismo la importancia que tiene la productividad.

No se puede decir de modo absoluto que el atletismo cubano estuvo mal en este certamen —muchos lo vaticinaban, según los datos parciales de la preparación—, porque dos medallas de oro (o más) solo las conquistaron otras diez naciones y el total de cinco fue accesible únicamente a otras seis.

Pero, desde otro punto de vista cinco medallas denotan muy poca productividad con 34 atletas compitiendo, como también es pobre la cosecha de solo 12 atletas entre los ocho primeros, porque uno de los preceptos para escoger a nuestros representantes en todos los deportes fue el de tener rango —o posibilidad de alcanzarlo— entre los ocho mejores del planeta.

Con 35 atletas se obtuvieron hace cuatro años en Sydney 6 medallas (2-2-2) y 18 puestos entre los 8, para una puntuación de 83, la segunda mejor de la historia, después de los 87 de Barcelona’92, con 7 medallas (2-1-4), 21 ubicados y 87 puntos.

Luego de la Olimpiada barcelonesa vino la de Atlanta’96 y decayó ostensiblemente el resultado hasta 2 medallas (0-1-1), 10 finalistas y 41 puntos, lo que obligó a dar una sacudida y renovar los brios de cara a Sydney.

En Atenas hemos tenido por primera vez en la historia una campeona en bala, Yumileidi Cumbá. También a dos martillistas en el podio, Yipsi y Yunaika. Repetimos la proeza de la jabalina con Osleidys tras la huella de María Caridad, pero… ¿y los varones?

Desde el momento de escoger la selección se inclinó la balanza con 20 mujeres y 14 hombres.

Por otro lado, algunos hicieron sus mejores marcas aquí, la mayoría no. Con el mismo patrón que ponderamos al récord olímpico (71.53) de Osleidys, tres metros por arriba de su mejor resultado anterior del año, o el 73.16 de Yunaika en martillo, el 17.49 de Betanzos en triple, los 8.23 de Pedroso en longitud, el 13.20 de Anier en vallas y el 2.28 de Lisvany en altura, ejemplos de rendimientos máximos en el momento idóneo, hayan triunfado o no, hay que censurar a quienes ni se acercaron a sus avales y buscar hasta encontrar lo que falló para poder enmendarlo.

Reitero que la actuación del atletismo aquí mantiene a Cuba entre las potencias de este deporte, séptima por medallas (empatada con Jamaica) y octava por puntos, pero en ligero retroceso que debe frenarse.

En Barcelona llegamos alto y bajamos en Atlanta; volvimos a subir en Sydney y de nuevo abajo.

Un paso adelante… otro atrás.

29 ago 04

De la redacción:

Cuba en las Olimpiadas de Atenas 2004