De la redacción:
Plata con rabia y alegría MIGUEL HERNÁNDEZ y RICARDO LÓPEZ HEVIA, "Es que he trabajado muy duro
para el oro, he entrenado tan fuerte, soñaba todas las noches con
el título olímpico..." No era una quimera. El pasado año
había lanzado una señal con su medalla de plata en los 49
kilogramos en el campeonato mundial de taekwondo de la ciudad
alemana de Garmisch-Parten Kirchen para convertirse en la única
cubana en el podio en la historia de estos certámenes de lujo desde
que se instauraron en 1987. Pero en el Pabellón de Faliro, a
casi una hora en autobús desde el corazón de Atenas, apareció
Hsin Shih Chen, para darle a Taipei de China su primer galardón en
toda su presencia olímpica desde 1960, y a la que la caribeña
nunca había enfrentado. La decisión favoreció a la asiática 6-4
en una final donde Cuba refrenda la plata conseguida hace cuatro
años en Sydney por Urbia Meléndez. Los de Taipei habían desembarcado
con el propósito de tomar por asalto la velada porque minutos
después Yen Chu Mu ganaba los 58 kg sobre el mexicano Oscar
Salazar, con bronce para el egipcio Tamer Bayoumi. "Tuve mis fallas cuando me
cambió la guardia y me tomó por sorpresa", dijo Yanelis,
entre suspiros y los ojos rojos, en la zona mixta de las
entrevistas. Pero después, la rabia a flor de piel desapareció y
antes de marcharse a la Villa Olímpica me confesó: "me siento
feliz por haber llegado a esta final olímpica, mi entrenador me ha
dado mucho ánimo y estoy ansiosa por regresar a casa para
mostrarles esta medalla a mis padres y a mi novio del alma que tanto
me ayudó para llegar hasta aquí". Antes del momento cumbre, Labrada
dejó en la cuneta a la guatemalteca Euda Carias y a la tailandesa
Yaowapa Buorapolchai que se quedó en bronce y cuando se despedía
no pudo ocultar más sus dificultades en el andar. Había competido
durante toda la jornada con un pie entizado. "Lo tengo abierto
desde hace días pero cuando combato me olvido del dolor".
26 de agosto del 2004 |