De la redacción:
Apoteosis atlética en Atenas La primera victoria olímpica del ya legendario
fondista marroquí Hicham El Guerrouj, junto al fenomenal primado
universal de la rusa Isinbaieva en el salto con pértiga, bastaban
para considerar una noche de apoteosis la del martes en el estadio
olímpico Spiridon Louis Enrique
Montesinos, ATENAS.— La primera victoria olímpica del ya
legendario fondista marroquí Hicham El Guerrouj, junto al fenomenal
primado universal de la rusa Isinbaieva en el salto con pértiga,
bastaban para considerar una noche de apoteosis la del martes en el
estadio olímpico Spiridon Louis, sede de la justa de atletismo de
los XXVIII Juegos. Mas a esos hitos habría que sumar la segunda
tripleta del certamen, a cargo de los kenianos en 3 000 con
obstáculos; la consagración del checo Roman Sebrle como el atleta
más completo, con récord olímpico en el decatlón; la feroz
batalla por el cetro en la vuelta al óvalo, donde fue derrotada la
campeona mundial Ana G. Guevara; y el inusitado tropezón en la
primera valla que hizo rodar estrepitosamente por la pista el sueño
de la canadiense Perdita Felicien, en prueba de otra primacía
olímpica impuesta. AL FIN EL GUERROUJ El multicampeón universal y recordista absoluto de los 1 500 metros planos pareció haber recibido la "bendición de los dioses del Olimpo" en esta capital griega y por eso lloraba a moco tendido y agradecía la fortuna de conquistar un título caprichosamente vedado para él en Atlanta’96 y Sydney’00. No le fue nada fácil, por el potente remate del keniano Bernart Lagat —del mismo país de sus verdugos precedentes—, que el marroquí tuvo que aguantar estoicamente hasta que aquél, con los ojos desorbitados por el esfuerzo supremo, "estalló en mil pedazos". UN DUELO "A MUERTE" Pese a ser compatriotas y compañeras de equipo, la rusas Elena Isinbaieva y Svetlana Feofanova sostienen una rivalidad a todo trapo por el reinado universal en el salto con pértiga, nítidamente expresada este martes en un duelo táctico de altos quilates generador de un espléndido máximo terráqueo de 4.91, mejor en un centímetro al anterior de Isinbaieva. Luego de 4.40, 4.55 y 4.65 limpios para ambas, Elena no pudo con el 4.70 que también superó la polaca Rogowska (bronce) y se fue a 4.75 para recuperar, pero en medio de la expectación se puso al borde de perecer con el segundo fallo. Feofanova venció el 4.75 en el segundo intento y se sentó a esperar. Entonces la campeona mostró clase superior superando los 4.80 en el único intento pendiente, para dejar pasmada a una rival que saboreaba el virtual triunfo, quien de todas formas continuó luchando, pero sin recuperarse totalmente. No pudo Svetlana con el 4.80 y pasó la altura, lo mismo con el 4.85 que Elena batió, recuperada y totalmente dueña ya de la situación. En 4.90, récord mundial vigente, Feofanova se fue del aire con su tercer fallo y Elena ejerció ya su derecho de monarca (4.85 por 4.75) para solicitar entonces el aumento a 4.91 y conmocionar a la multitud, adicionalmente adjudicándose el bono monetario que concede la Federación Internacional de Atletismo por cada récord mundial. LA SEGUNDA TRIPLETA La especialidad de los 3 000 metros con obstáculos se ha convertido en una verdadera atracción para los kenyanos, quienes dominan ampliamente el contexto internacional, aunque el récord absoluto (7:55.28) pertenezca a un marroquí ausente. Y aunque fuese de alguna manera esperado, no dejó de impresionar la consumación del 1-2-3 por parte de los representantes africanos, segundo copo del podio por un país después del producido por Estados Unidos en los 400 metros planos. El campeón Ezequiel Kemboi (8:05.81) quedó cerquita del récord olímpico de su compatriota Julius Kariuki (8:05.51, en Sydney). EL MÁS COMPLETO El checo Roman Sebrle, recordista mundial desde el 2001 con 9 026 puntos que despiertan admiración incluso entre sus ilustres antecesores, precisaba de la consagración olímpica para ser totalmente feliz y dos días de ardua competencia aquí le reportaron un total de 8 893 suficiente para pulverizar una sólida primacía olímpica de 20 años, 8 847, impuesta por un prestigioso especialista, el británico Daley Thompson. Todo el tiempo se sintió hostigado por Bryan Clay (USA), a solo 73 unidades, con récord personal de 8 820, y en menor medida por el bronce kazajo Dimitry Karpov, récord europeo de 8 725. TONIQUE HASTA EL FINAL El último ataque en la final femenina de los 400 metros planos, fue bien parecido al de los 1 500 masculino en duelo bilateral, salvando las distancias en la velocidad. Lo único diferente fue que Ana G. Guevara logró adelantar ligeramente a la bahameña Tonique Williams-Darling (nunca ocurrió entre Lagat y El Guerrouj), pero aquella le aguantó estoicamente la parada, sin perder su ritmo progresivo, hasta que la mexicana fue la que descompuso el suyo dejando escapar el oro en los metros finales y denotando deuda de entrenamiento para un remate de ese rigor, independientemente de lograr su mejor marca del año, 49.56, insuficiente para el 49.41 ganador de la debutante caribeña. FELICIEN INFELIZ Y lo de la canadiense Perdita Felicien en los 100 metros con vallas fue realmente doloroso. La catástrofe que echó por tierra los sueños de la campeona panamericana y mundial aconteció en el mismo primer obstáculo, derribado de mala manera para formar un caos que arrastró también a la tumba las aspiraciones de la rusa Irina Shevchenko, víctima involuntaria en el carril derecho. La final hubiera sido un fracaso total desde el punto de vista técnico, pero Joanna Hayes (USA-12.37), alejada de la zona de desastre, pudo realizar una magnífica demostración que pulverizó el primado olímpico de 12.38, en poder de la búlgara Yordanka Donkova (desde Seúl’88), quien "clavó" ese mismo año la cifra mundial en un aparatoso registro de 12.21.
25 de agosto del 2004 |