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Cuba en los Juegos Olímpicos Fonst produjo un debut magistral, en 1900 ENRIQUE
MONTESINOS
Independientemente de la existencia de un embrionario ejercitamiento del músculo a manera de recreación, o primarias actividades de confrontación por esa época, sobre todo en béisbol, es por ser aún una colonia que no hay presencia de la Isla entre los 245 varones de 13 territorios de Europa (10), América (Chile y Estados Unidos) y Oceanía (Australia) que el 6 de abril de ese año inauguraron en Atenas, la capital griega, los I Juegos Olímpicos de la era moderna. No puede dejar de mencionarse a Pierre de Freddy, conocido como el Barón de Coubertin, pedagogo francés promotor de la fundación en 1894, en París, del Comité Olímpico Internacional (COI) y del resurgimiento de los desaparecidos Juegos que cada cuatro años se celebraban en territorio griego de Olimpia, antes de nuestra era. Fue el segundo Presidente del COI elegido, desde 1896 hasta 1925, y por todos esos antecedentes resulta sumamente lógico que los II Juegos Olímpicos, en el año 1900, cierre del siglo XIX, tuviesen por asiento a París, donde se produjo la primera participación de Cuba como nación independiente de España, aunque bajo el Tratado de París, que la puso en manos de Estados Unidos. Creció la participación a 1 078 atletas (primeras 11 mujeres) de 19 países, mas hubo un solo representante por nuestros colores y fue José Ramón Fonst, prodigio de la esgrima, no por existir un movimiento olímpico ni mucho menos, sino debido a la singularidad de que estudiaba y entrenaba el arte del ataque y la defensa en la capital francesa. Como era magistral con la espada, protagonizó el hito de convertirse en el primer campeón olímpico de América Latina. Adicionalmente sumó una presea de plata en la misma modalidad, pero disputada entre esgrimistas profesionales, de forma que Cuba se ubicó en el duodécimo lugar de la tabla final de medallas. 3 ago 04 |