De la redacción:

Un bronce a tiro limpio

Juan Miguel Rodríguez sorprendió a entendidos y profanos con su metal bronceado en el skeet, igualando la hazaña histórica de ese deporte, a cargo de Roberto Castrillo en Moscú’80

Enrique Montesinos,
Enviado especial

ATENAS.— El tiro cubano, tan vapuleado por las adversidades, las habituales de un país pobre haciendo una actividad de ricos, y bien ricos, y los imponderables, como el extravío de las armas en la importante antesala de la competencia, merecía una despedida de medalla porque la voluntad y el sacrificio son sus principales estandartes.

Lo mejor quedó para la jornada dominical de clausura del certamen olímpico y Juan Miguel Rodríguez conquistó un bronce a tiro limpio en la modalidad de skeet, que iguala la faena histórica de este deporte entre los cinco aros, el metal de Roberto Castrillo en Moscú’80.

La luchó a brazo partido en medio de un sol abrasador, ganando nada menos que dos desempates. En una prueba de 150 platos tuvo que romper 14 más en medio de la tensión de la muerte súbita, del que fallaba se iba.

El primer match lo tuvo que asumir al fallar de 50 platos solo un fácil sencillo en la posición seis, lo que produjo una igualada inesperada con otros cuatro, en 122 de 125 (49 más 73 de 75 el sábado). Como había otros dos delante, el finlandés Marko Kemppainen, que igualó el récord mundial con 125, y el veterano italiano Andrea Benelli (124), había que eliminar a uno del quinteto para dilucidar a los seis que tirarían los 25 platos de la final.

Le tocó ser el quinto en el orden, que es lo peor. Pero ya en cuarto plato fallaron el noruego Harald Jensen y el danés Michael Nielsen, quien seguidamente volvió a fallar frente a Jensen para quedar fuera.

Fue Jensen, uno que ha hecho 150 de 150, récord universal compartido, el primero que erró dos en la final, sacándose virtualmente de la medalla, pues Juan Miguel, tercero en el orden por ser el cuarto mejor participante en la final; el qatarí Al-Attiya, que lo antecedía; y el estadounidense Dulohery, que lo seguía, fueron perfectos en el 25 de 25, manteniendo la paridad en el tercer lugar, ahora con 147 de 150.

A su vez, el finés se sintió la presión y falló uno, para ser alcanzado por el italiano, que se mantuvo cerrado a partir de su solitario desliz en la primera serie sabatina de 25. De ese modo, equilibrio en 149 para ambos y otro match por el oro, por cierto ganado 5-4 por el que vino de atrás, en medio de una estruendosa ovación latina, y el desconsolado y poco común llanto de impotencia por parte del nórdico.

Dulohery, ni Al-Attiya lloraron al perder el bronce frente a Juan Miguel porque estaban enfrentando a un león que no fallaba ningún zarpazo y que, además, le tocó de puntero esta vez. Primero se fue del aire el de EE.UU., al errar el sexto platillo, después el de Qatar, que perdió el décimo, y al unísono el aplauso de toda Cuba para Juan Miguel.

Fue una de esas medallas que más se gozan porque no están en los cálculos de nadie, la gente no piensa en ella y el atleta está incluso menos presionado. "Ni siquiera pudieron sacarlo de paso las injustas llamadas de atención que le hizo el árbitro, ni demoras al comenzar que podían perjudicarlo", nos dijo el emocionado entrenador Delfín Gómez.

Guillermo A. Torres aparecía como la mejor carta cubana. En los Panamericanos de Santo Domingo’03 había igualado el récord universal con 125. Aquí tiró igual 73 que Juan Miguel en la fecha sabatina, pero se desconcentró el domingo (46 de 50) y con 119 de 125 igualó con varios en el puesto 21, entre 41 concursantes. "Tenía un griego delante, a quien aplaudían estruendosamente y lo desconcentraba al iniciar su turno", señaló Delfin, porque para Guillermo, ambos hijos de tiradores, "así es el tiro".

23 ago 04

De la redacción:

Cuba en las Olimpiadas de Atenas 2004