Béisbol olímpico ¿Dónde se bateó más? SIGFREDO BARROS
Por lo tanto, tres lides olímpicas han quedado atrás, cada una con su historia particular. Y como quiera que la ofensiva es una de las principales atracciones de esta especialidad, valdría la pena preguntarse: ¿en cuál de ellas se bateó más? Varios momentos interesantes ha tenido el béisbol a través de esos ocho años. Uno de ellos es la entrada de los profesionales y otro, muy significativo, la sustitución del bate de aluminio por el de madera. El debut puede considerarse normal, pues en la cita catalana se promedió 292, con 53 cuadrangulares en 32 partidos, incluidos semifinales y finales por oro y bronce. Pero cuatro años más tarde, en la norteamericana Atlanta, se desató una despiadada ofensiva que acabó con todos los cuerpos de pitcheo: un astronómico 320, con (133 jonrones!, a más de 4 por juego. Un misterio, por cuanto en Atlanta se jugó en un parque de Grandes Ligas (el de los Bravos de Atlanta), contrariamente a los utilizados en la capital catalana. ¿Habría mayor cantidad de sluggers en los equipos, jugadores más fuertes... o los lanzadores acusaban una debilidad manifiesta? ¿O se jugó con una pelota más viva? Repito: un misterio. Las aguas cogieron su nivel en Sydney... o, mejor dicho, bajaron hasta casi provocar una sequía. 73 puntos menos —de 320 a 247—, con 43 cuadrangulares, a 1,34 por cada juego. La tabla que acompaña este trabajo (gracias a Enzo di Gesu, director de comunicaciones de la IBAF) es harto elocuente, habla por sí sola. Pero adjunto un dato acerca del pitcheo: en 1996 el cuerpo de lanzadores cubano promedió 6,31; en la urbe australiana descendió a 1,73, un "bajón" de más de cuatro carreras limpias por cada nueve entradas. Para aumentar el enigma, en Sydney ya estaban los profesionales y se jugó con la misma pelota que en Atlanta, la Mizuno 150.
10 ago 2004 |
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