Declaración del
Gobierno Revolucionario de Cuba
Como todo el mundo conoce,
ya que ha sido ampliamente publicado por la prensa, ayer jueves 27 de
mayo en la discusión del documento final de Guadalajara se libró una
durísima batalla contra la resistencia tenaz de la Unión Europea,
porque esta se oponía obstinadamente a un párrafo que denunciaba y
condenaba de forma enérgica los monstruosos asesinatos y torturas a
que fueron sometidos los prisioneros iraquíes.
Desde los días tétricos
de Hitler, finalizada la Segunda Guerra Mundial, la humanidad no había
observado imágenes tan conmocionantes. Miles de millones de personas,
horrorizadas especialmente por el espíritu morboso y de brutal
sadismo con que fueron llevadas a cabo, pudieron observarlas a través
de las pantallas de cine, televisión, Internet y fotos de la prensa
escrita. Tales métodos mostraban ultraje y desprecio a la cultura y
los sentimientos religiosos de los pueblos islámicos que suman mil
doscientos millones de habitantes, y de cierto modo comparten a través
del Antiguo Testamento raíces históricas y éticas comunes con el
cristianismo y el judaísmo.
El párrafo inicial
propuesto por América Latina y el Caribe sobre este tema decía:
"Condenamos enérgicamente
todas las formas de abuso, torturas y otros tratos crueles, inhumanos
y degradantes contra prisioneros de guerra y todo tipo de detenidos,
así como contra cualquier personal dondequiera que se cometan, y
quienquiera que lo ejecute. Nos declaramos consternados por las formas
recientemente documentadas de tales actos, que son totalmente
inaceptables y merecen nuestra condena más enérgica. Tales prácticas
están y deberán permanecer prohibidas en todo momento y en todo
lugar. En este contexto, hacemos un llamado a los gobiernos
concernidos para que apliquen plenamente las sanciones previstas por
la ley a todos los responsables y hagan respetar la prohibición de la
tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, de
conformidad con la Convención de Naciones Unidas contra la tortura y
los convenios de Ginebra. Tales prácticas constituyen una grave
violación a estos instrumentos internacionales."
La Unión Europea se
negaba totalmente a mencionar el tema e incluirlo en la Declaración
Final. A medida que se vio obligada a ceder terreno, se negaba a
mencionar la palabra "tortura", calificando lo ocurrido de
"malos tratos". Más adelante se negaba a referirse a los
casos recientes de tortura de los presos iraquíes, utilizando para
condenarlos una formulación general, y de modo especial evitando
cualquier alusión a gobiernos responsables de estos actos de tortura.
Fue fortísimo y controversial el debate entre el presidente de la Unión
Europea y el segundo jefe de la misión cubana, el viceministro Bruno
Rodríguez, que presidía en ese momento la delegación.
Finalmente, ya resignados
a la derrota, aceptaron la palabra "condena" en términos
generales y no de forma concreta, referida a los hechos inmediatos
ocurridos a los que calificaron solo como "malos tratos" a
los prisioneros.
El hecho de que el tema
fuese abordado y de que muchos elementos del párrafo inicial quedasen
incluidos, se considera una gran derrota moral para la Unión Europea.
Los que ahora se oponían
a tal condena representaban a países que fueron testigos de los
campos de concentración nazis donde murieron millones de personas por
concepciones políticas y raciales, y ahora sus dirigentes se pliegan
ante ideas, métodos y peligros neonazis mil veces mayores por el
poder casi infinito de sus propulsores, que desde la extrema derecha
ostentan la administración de Estados Unidos.
Nuevamente, en la propia
tarde del jueves 27, se produjo la segunda gran batalla, esta vez
entre la delegación cubana presidida por nuestro canciller Felipe Pérez
Roque y los representantes de la Unión Europea, sobre el peliagudo
tema para los europeos de la Ley Helms-Burton y las nuevas medidas
anunciadas contra Cuba.
El párrafo aprobado en la
sesión de la mañana de ayer jueves 27 por los países
latinoamericanos y caribeños, decía:
"Reiteramos nuestro
enérgico rechazo a la aplicación unilateral y extraterritorial de
leyes y medidas contrarias al derecho internacional, la libertad de
mercado, la navegación y el comercio mundial. Estamos de acuerdo en
que estas medidas representan una seria amenaza al multilateralismo.
Expresamos nuestra profunda preocupación por las medidas adicionales
que refuerzan y amplían el alcance de tales políticas y
legislaciones, como la ley Helms-Burton, y por ello exhortamos al
gobierno de los Estados Unidos de América a que ponga fin a su
aplicación. Rechazamos la utilización de medidas coercitivas
unilaterales por parte de cualquier Estado, ya que ponen en riesgo la
soberanía de los Estados, y violan los principios y propósitos de
las Naciones Unidas."
A esta clara y enérgica
manifestación de rechazo a la política genocida del gobierno de
Estados Unidos contra Cuba, la Unión Europea, de nuevo en su papel de
aliado y subordinado al gobierno de Estados Unidos, respondió
presentando la siguiente tímida y ridícula proposición:
"Reiteramos nuestro
firme rechazo a todas las medidas de carácter unilateral contrarias
al derecho internacional, incluyendo aquellas de efecto
extraterritorial que son contrarias a las reglas de comercio
internacional comúnmente aceptadas. Estamos de acuerdo que las
medidas de carácter unilateral contrarias al derecho internacional
representan una seria amenaza al multilateralismo."
En otro fuerte e intenso
debate en el que nuestro Canciller acusaba, argumentaba y rebatía las
posiciones de los representantes de la Unión Europea, desmoralizados
y carentes de autoridad, prestigio y argumentos, proponen una nueva
formulación.
Entonces quedaba así:
"Reiteramos nuestro
firme rechazo a todas las medidas de carácter unilateral contrarias
al derecho internacional, incluyendo aquellas (nuevas medidas) de
efecto extraterritorial que son contrarias a las reglas del comercio
internacional comúnmente aceptadas. Estamos de acuerdo en que las
medidas de carácter unilateral, contrarias al derecho internacional,
representan una seria amenaza al multilateralismo. Recordamos las
posturas tomadas en la Resolución AGNU-58/7 del 18 de noviembre del
2003."
A esta menguada, ridícula
y cobarde proposición se opuso con toda energía la delegación
cubana, ya que nuestro país enfrenta hoy los planes asesinos y un
conjunto de medidas intervencionistas y genocidas anunciadas por el señor
Bush el pasado 6 de mayo.
La Unión Europea aceptó
entonces mencionar el título de la referida resolución que presenta
Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que dice:
"Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y
financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra
Cuba".
Los representantes de la
Unión Europea, irritados y ensoberbecidos por la enérgica réplica
cubana, lanzaron un ultimátum: o se aceptaba esta formulación o no
admitirían la inclusión del párrafo. El Canciller cubano rechazó
con toda dignidad el ultimátum, y respondió que Cuba mantenía su
posición de que las medidas debían ser concretamente condenadas, y
si el párrafo apareciera en la forma redactada por la Unión Europea,
Cuba prefería que no apareciera referencia alguna sobre el tema en la
Declaración Final, pero que la Unión Europea debía asumir toda la
responsabilidad de esa ausencia. Omitimos detalles de diverso carácter
en aras de la brevedad.
Se confirmaba plenamente
lo afirmado por el compañero Fidel en el punto uno de su Mensaje al
pueblo mexicano:
"La complicidad de la
Unión Europea con los crímenes y agresiones de Estados Unidos contra
Cuba a través de su infame e hipócrita conducta en Ginebra y su
bochornoso entendimiento y connivencia con la Ley Helms-Burton, de
inaceptable e ignominioso carácter extraterritorial, la hacen indigna
de ser tomada en serio por nuestro pueblo."
Faltaba todavía otra
victoria moral en la tarde y noche de ese día. En esta tercera Cumbre
la Unión Europea había rechazado desde hacía una semana, aduciendo
diversos pretextos, que en la Declaración Final aparecieran de nuevo
los principios del Derecho Internacional contenidos en la Carta de las
Naciones Unidas, señalados y acordados en las dos cumbres anteriores.
En pequeños conciliábulos los representantes de Europa habían
explicado que no podían suscribir estos principios porque no podían
reconocer la vigencia del principio de no intervención. Esto había
conducido con anterioridad a un enfrentamiento entre Cuba y la Unión
Europea.
En realidad, alrededor de
estos principios esenciales estuvo produciéndose durante varios días
el debate más importante. La Unión Europea trató sostenidamente de
canjear nuestra renuncia a que se mencionaran estos principios en la
Declaración Final por otros intereses nuestros, incluida la mención
a la Ley Helms-Burton. Esto incluso lo llegaron a declarar públicamente.
Habían solicitado que este párrafo fuese el último en discutirse. Y
así se acordó. Ayer precisamente en las últimas horas de la noche
estaban tan desmoralizados después de la discusión del párrafo de
la Ley Helms-Burton que duró horas, que no tenían ya capacidad para
abrir una segunda discusión con la delegación de nuestro país, que
hubiese puesto en peligro la existencia misma de todo el documento.
En estas circunstancias,
de forma sorpresiva, en el momento en que se le concedía la palabra a
la delegación cubana para abordar este tema, la Unión Europea
solicitó permiso para hacer un anuncio: retiraba su oposición a que
se mencionaran los referidos principios ya aprobados en las cumbres
anteriores.
La apreciación de muchas
delegaciones es que esta era la batalla más importante de esta
Cumbre.
Nuestro pequeño país,
bloqueado y agredido durante 45 años, víctima de todas las felonías
de que es capaz el imperio que rige los destinos del mundo,
constituido por el Estado más poderoso que ha existido jamás en la
historia, no vaciló en enfrentarlo resueltamente a él y a sus
aliados de la Unión Europea, que tan indigno y vergonzoso papel han
jugado año tras año secundando las mentiras, las calumnias y las pérfidas
resoluciones en Ginebra, con las que aquel justifica el bloqueo y sus
planes de destruir lo que jamás podrá ser destruido: nuestra
Revolución.
Tal vez sea justo expresar
que no todos los estados que hoy forman esa Unión son iguales. Hay países
que poseen larga historia e influencia, como Francia y Alemania, y
otros más pequeños como Bélgica, Luxemburgo y varios más que
fueron motores de una idea razonable que gozó de simpatías en el
mundo: la de promover la unidad de los pueblos europeos a partir de la
terrible experiencia sufrida después del asalto fascista contra la
humanidad en 1939, utilizando métodos y concepciones que difieren por
cierto muy poco de los proclamados en la doctrina de estar listos para
atacar preventiva y sorpresivamente 60 o más países. Nada tiene de
extraño la maniática oposición a cualquier tribunal internacional
con facultades para juzgar crímenes de guerra, ni tampoco las imágenes
espantosas y sádicas de torturas que en días recientes estremecieron
a la humanidad.
El Reino Unido siempre fue
renuente a esa unión, y aún no participa de la moneda común; busca
todas las ventajas y rehúye todos los inconvenientes. Hoy es aliado
fervoroso de la actual administración de Estados Unidos y participa
en sus aventuras y guerras de conquista.
Otros, como los gobiernos
de Italia y hasta hace muy poco el de España, secundaron servilmente
sus planes frente a los verdaderos intereses del resto de Europa. En
la actualidad, los aliados de Estados Unidos que se oponen al grupo de
los partidarios de una mayor independencia, reciben el refuerzo de
nuevos miembros como Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría,
Letonia, Lituania, Estonia y Eslovenia, que son hoy los aliados más
incondicionales del propio imperio que hegemoniza al mundo y pretende
subordinar totalmente Europa a sus intereses políticos y económicos.
La comunidad europea en
realidad está muy dividida y Estados Unidos cuenta en su seno con
amplia mayoría. La Unión no es todavía unión. Sin comprender esto
sería difícil explicarse que un conjunto de 25 naciones, muchas de
ellas con largas tradiciones históricas y culturales, actúen en
Guadalajara como un rebaño de corderos, subordinados a Washington.
Sinceramente les deseamos
a todos sus pueblos mejor suerte. En realidad, los países como Cuba y
otros pueblos revolucionarios del Tercer Mundo que estamos dispuestos
a morir defendiendo nuestra soberanía, nuestra dignidad y nuestra
libertad, estamos luchando también por la unión y la independencia
de Europa.
El futuro dirá la última
palabra.
Mayo 28 del 2004
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