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La grandeza de Mayito
ORTELIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ
CIEGO DE ÁVILA.—No busquen el nombre del segunda
base avileño Mario Jorge Vega Rodríguez en la lista de algún
equipo Cuba de béisbol, a nivel de su selección principal. Pasa
como muchos que se destacan, al parecer, no con el talento extra
para convencer a los técnicos de que pudo merecer mejor suerte.
Más
allá de ese silencio, en su provincia es considerado un ídolo,
de la misma manera que lo es el lanzador derecho Omar Carrero
Moreno, el único en la Isla que en un momento llegó a tener más
lechadas que derrotas.
Cualquier manager daría el sí por ver en la
nómina a alguien como Mayito Vega, el hombre que no robará 15
bases, no pegar á 20 jonrones, ni bateará 400, pero sí es capaz
de promediar 301 en series nacionales, impulsar casi 500
carreras y conectar 1 500 hits. Su fuerte no está en la
ofensiva.
Eso lo saben sus seguidores. La reciente subserie
de los Tigres frente a los Alazanes de Granma será inolvidable
para él, más que por la fortuna del equipo, por haberse
convertido en el primer pelotero avileño en llegar a 1 500
imparables en el medio siglo de la pelota revolucionaria. Y no
solo eso. Acaba de realizar una labor muy difícil de igualar por
cualquier jugador de cuadro.
A la altura del primer episodio del segundo
compromiso ante los granmenses, los asistentes al estadio José
Ramón Cepero enmudecieron con el error que dejó trunca la racha
de 101 juegos consecutivos sin la sombra de una pifia, hecho que
lo convirtió en el primer infielder (exceptuando las primeras
bases) en lograrlo en la historia de las series nacionales.
La penúltima marfilada del avileño la había
cometido el 26 de abril del 2009, en el Héroes de Mayabeque, en
el cuarto inning de la 48 temporada, frente a los Vaqueros del
Habana. Con más de 4 000 entradas jugadas, es el único segunda
base con 985 de average, superior al 983 del guantanamero
Wilfredo Hernández y al 980 del espirituano Miguel Rojas.
Después del partido, Mayito dijo: siempre salí al
terreno como si fuera el primer día, sin pensar en ningún
récord. Tal vez me haya sorprendido la primera conexión del
juego. Afirmó que se ha entregado al béisbol con la pasión de
los que aman, y no oculta el orgullo de haber concebido ambas
marcas en el Cepero, donde aprendió a idolatrar la pelota bajo
el ejemplo de su padre.
Es de los que siempre juega a morirse, como se
dice en lenguaje beisbolero; porque después de concluir un
partido en el estadio no rehusaba echar un pitén con los niños
del barrio; porque en más de una ocasión se quitó el yeso de una
de sus manos para salir al terreno; porque desde
hace mucho tiempo arrastra dolores en los tobillos y las
rodillas, y no deja de ayudar a la causa de un elenco que está
obligado a corresponderle.
11 de diciembre de 2010
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