Cinco días a estadio lleno, con casi 200 000 personas reunidas entre el Sandino y el Latino. Millones presenciando los partidos por televisión, dentro y fuera de Cuba. Son la emoción y la pasión del béisbol, que se concentran hoy otra vez en predios villaclareños. Se decide la final por el título de campeón.

Hay que reconocerles a los naranjas la capacidad para empinarse luego de dos derrotas con amplios marcadores, permitiendo 23 carreras, y adjudicarse la siempre importante y muchas veces decisiva victoria en el quinto juego, a pesar de los pesares, de un tempranero jonrón, de una decisión arbitral adversa.

Una jugada poco vista en el béisbol: el doble out en home del cuarto juego.

De igual manera, los azules resurgieron como por arte de magia y, de una ofensiva deprimida, reducida a la mínima expresión, pasaron a un ataque incesante, capaz de pegar ocho sencillos consecutivos en la tarde sabatina y continuar bateando hasta conseguir el fuera de combate.

Dos equipos que han brindado un espectáculo a la altura de lo que reclama la afición, jugando un béisbol dinámico, no exento de errores tácticos, a veces debido a la ansiedad por la consecución del triunfo.

Hoy, naranjas y leones salen a dirimir el que pudiera ser el último choque, con los primeros a punto de celebrar el primer título en 15 años y los segundos al borde del abismo, obligados a ganar... y ganar. Un abridor es seguro, el zurdo de Remedios, Robelio Carrillo, autor de una verdadera joya de pitcheo la noche del pasado miércoles, dejando a los capitalinos en dos sencillos.

El otro está en veremos. Puede ser Arleys Sánchez, un verdadero verdugo para los discípulos de Eduardo Martín, quien empleó solo 70 lanzamientos en su última salida y, por tanto, puede tirar al tercer día. Puede ser también Ián Rendón, con un día más de reposo después de su trabajo el pasado viernes.