Temas de play off

Santiago: equipo grande, pitcheo pequeño

SIGFREDO BARROS

Una base otorgada con cuatro bolas consecutivas fue el último lance del equipo Santiago de Cuba en la XLIX Serie Nacional, fiel reflejo de lo que resultó su pitcheo durante la temporada, descaminado en su diario quehacer.

Las avispas fueron todo entrega en el terreno. Foto: Ricardo López HeviaLas avispas fueron todo entrega en el terreno. Foto: Ricardo López Hevia

Desde antes de comenzar la campaña, todos los especialistas coincidían en que las avispas eran aspirantes de fuerza a discutir la final. Tradición, garra y un equipo que sabe jugar, con veteranos de renombre y jóvenes talentosos amparaban ese criterio unánime.

Pero a los indómitos les falló un aspecto esencial en el béisbol, mucho más en estos tiempos de bola viva y bateadores de mucha fuerza: pitcheo y, en particular, pitcheo de relevo.

Entraron a la XLIX Serie con el pie izquierdo. Una lesión de su estelar Norge Luis Vera el mejor abridor derecho de la pelota cubana les cambió por completo la rotación y hubo que apelar a un lanzador multifacético como Alberto Bicet para tratar de rellenar el vacío. Dos lesiones de Yaumier Sánchez y la imposibilidad de contar con el que ha sido su relevista más eficaz, Félix Rivera, complicaron sobremanera una situación que se tornó desesperada en los finales, en los que para colmo perdió a Osmel Cintra.

Este año, la nómina de los santiagueros contó con cinco novatos en su cuerpo de tiradores. Un aporte de sangre joven del que mucho esperaban. Lamentablemente el aporte fue nulo, pues el quinteto no pudo ganar un solo juego, perdió tres y sus promedios de carreras limpias fueron tan altos como el Turquino: Ángel Luis Márquez (7,03), Ediasbel Valentín (7,39), Elisdeilis Núñez (8,31), Yuriannis Ramos (9,75) y Alejandro Bicet (11,25). Salta a la vista que no tuvieron la suficiente preparación para enfrentar el rigor de una justa en la que se batió el récord histórico de jonrones. Un dato adicional: los bateadores indómitos conectaron 111 cuadrangulares ? y a sus lanzadores les pegaron 115.

Décadas atrás los monticulistas, en todas las latitudes, se mantenían inning tras inning en la lomita. Todos recordamos a los Vinent, Huelga, Emilio Salgado, completar juegos, convertidos en verdaderos caballos de batalla de sus respectivos equipos. Pero los tiempos cambian y existe una reglamentación de pitcheo, en aras de preservar los brazos del trabajo excesivo.

Hay quienes, además, afirman que los brazos de hoy no son tan fuertes como los de ayer, no solo en Cuba. Sea como sea, en el béisbol actual los relevistas tienen un papel protagónico. Y un equipo cuyos apagafuegos promedian por encima de las seis carreras limpias es el caso de Santiago, se ve obligado a mantener a sus abridores en el box hasta el último de los 120 lanzamientos permitidos.

Los indómitos derrotaron dos veces a Guantánamo y consiguieron un par de triunfos ante Las Tunas para, de forma casi agónica, ganar el boleto a la postemporada. Luego fueron derrotados tres veces por Villa Clara, aceptando más de 30 carreras, y resurgieron como el Ave Fénix antes de caer por la mínima en el sexto partido. Lucharon a brazo partido hasta el último aliento.

Ninguna frase le viene mejor a Santiago que decir: un equipo grande con un pitcheo muy pequeño.

 

9 de marzo de 2010