A primera vista, no parece ser un hombre capaz de sacar pelotas y más pelotas fuera de los límites del terreno. Sus 90 kilogramos de peso se distribuyen bien dentro de su anatomía de 1,74 metros.

Alfredo Despaigne llama la atención de la muchachada que se aglomera a la entrada del dugout para saludarlo, junto a su equipo Granma, recién llegados al estadio Nelson Fernández.

La fama, el ser reconocido dondequiera que va, no se le ha subido a la cabeza. Sigue siendo el mismo humilde joven que dio sus primeros pasos en Contramaestre, antes de trasladarse a Bayamo, aunque acumula números fabulosos desde el inicio de la pasada XLVIII Serie Nacional hasta hoy.

Despaigne ha conectado 60 jonrones en los últimos 153 juegos correspondientes a dos Series Nacionales (32 en la XLVIII y 16 en la presente), el Segundo Clásico (un cuadrangular) y la última Copa del Mundo, donde estableció la marca de 11 bambinazos. Una verdadera hazaña.

Envuelto en una lucha por la distinción del Atleta del Año en deportes colectivos con el voleibolista Robertlandy Simón, para él ganarla significaría mucho: No me había pasado por la mente. Sería un honor y un orgullo ganar una distinción tan importante en un país como el nuestro, donde sobran los atletas de calidad. Un triunfo más en mi corta carrera deportiva.

Siempre hay una persona especial a la cual dedicarle una alegría como esta. Piense por un instante que ya la ha ganado: ¿quién sería esa persona?

Mi abuela, Dulce María, quien siempre ha sido para mí una inspiración, sobre todo en los malos momentos, cuando más se necesita ayuda. Ella ha sido mi mejor entrenador. Y no puedo olvidar a mi pequeñita de solo 10 meses de nacida. Para ellas, junto a todo el pueblo de Granma, sería ese galardón.

El pasado año Despaigne se quedó solo en la carrera por el liderato de jonrones, nadie le hizo sombra. Ahora es distinto, el duelo con Yulieski Gourriel es la comidilla en todas las peñas deportivas. ¿Existe entre los dos una fuerte rivalidad deportiva?

Bueno, en el terreno sí. Pero Yulieski y yo somos compañeros en el equipo Cuba desde el 2007 y siempre nos hemos llevado bien. Él es un muchacho tranquilo, que ayuda a todo el mundo. Cuando yo era juvenil me gustaba verlo jugar. Ahora todo el mundo comenta que podemos romper el récord de 32, pero eso no es tan fácil. A medida que avance la Serie los pitchers se pondrán más difíciles, a ninguno le gusta que le den un jonrón.

Dicen que batear jonrones tiene su secreto.

Para mí no. Lo principal es salir a pegarle bien a la pelota. Yo antes era un halador, me ponchaba mucho. Pero los consejos de mis entrenadores de Pacheco y Kindelán, a los cuales admiro , me han ayudado a ser mejor bateador, a no tirarle tanto a las bolas malas. Creo que me ha dado resultado.