XLVI Serie Nacional de Béisbol. Cuba, 2006-2007

Temas beisboleros

Ni habrá récords en el pitcheo

SIGFREDO BARROS

Muchos especialistas de todo el mundo coinciden en afirmar que el bateo es una ciencia…y el pitcheo es un arte.

Les doy toda la razón. Hay que tener la imaginación de un Da Vinci y el trazo seguro de un Miguel Ángel para mantenerse en el montículo tirando pelotas tras pelotas en una zona de 17 pulgadas de ancho, tratando de escapar de la furia de los bateadores, cada vez más técnicos, cada vez más fuertes y mejor preparados.

Esta XLVI Serie Nacional es, hasta el momento, una serie de pitcheo. Ayudado por una pelota de escaso bote y por una reglamentación que, además de proteger los brazos, coloca después de 100 envíos a un hombre fresco, cuya principal misión muchas veces es sacar los últimos seis outs del partido.

Así y todo, no se vislumbra en la actual campaña la posibilidad de establecer una marca en alguno de los casilleros que enmarcan este importante departamento del béisbol.

Como ya vimos en el bateo, las cotas en nuestra pelota son muy altas y si usted piensa que, por citar un ejemplo, el villaclareño Yolexis Ulacia ha lanzado en demasía, con sus 27 juegos relevados, baste recordar que hace solo cuatro años el vueltabajero Orestes González se trepó a la lomita en ¡50 ocasiones!, todas en función de relevo.

Hay que recordar también las muchas estrellas del box que han pasado en casi medio siglo de Series Nacionales, desde Alarcón, Hurtado, Huelga, Changa y Vinent hasta Faustino Corrales, Julio Romero, Jorge Luis Valdés y tantos otros que llenaron páginas de gloria nacional e internacionalmente.

Y no podemos olvidar que el concepto de pitcheo y los implementos que se utilizan actualmente difieren extraordinariamente de los de décadas pasadas. Ya no se ven serpentineros de brazo de hierro, como el desaparecido pinareño Emilio Salgado, capaz de trabajar 230 entradas y un tercio en la VIII Serie, en 1969, cuando no existía la rotación de cinco y hasta seis pitchers en una semana.

También la pelota de nuestros días es, generalmente, más viva, mejor confeccionada. Y, por esa razón, ese promedio de 0,37 alcanzado por el capitalino Ihosvany Gallegos en 72 capítulos de labor durante la XI Serie, 1972, nos suena como algo de otra galaxia, imposible siquiera de igualar hoy.

Corren otros tiempos en el béisbol. Las marcas de pitcheo serán, a no dudarlo, mucho más difíciles de implantar.

 

 

 

 

 

   

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