Por esa razón, por esa presencia imprescindible de
Su Majestad el Jonrón en un juego de béisbol, la comidilla de la
afición y la prensa especializada en la primera mitad de la XLVI
Serie Nacional es la apreciable disminución de batazos de cuatro
esquinas. Hasta el juego 48 —antes del receso por el Juego de las
Estrellas—, se habían ido de los parques un total de 356 pelotas en
381 partidos jugados, un promedio de 0.93 por desafío.
Pero, ¿cuánto de menos significa esa cifra? La
comparación es siempre necesaria y, por consiguiente, les ofrezco a
continuación una tabla estadística en la cual están reflejados los
seis años de utilización del bate de madera, a partir de la Serie
Nacional número 40, con los juegos jugados (JJ) como punto principal
de referencia para encontrar las respectivas frecuencias de
cuadrangulares por choque.
Resulta fácil de apreciar que desde la Serie 42 los
jonrones han ido disminuyendo año por año. De un total de 1 369 en
la 40 a los 980 conectados en la 44, la cifra más baja, que pudiera
quedar atrás si la actual frecuencia de menos de un cuatriesquinazo
por encuentro se mantiene hasta el venidero mes de abril.
Llama la atención el hecho de ser el primer año de
la utilización del bate de madera el que marca la mayor cantidad de
jonrones. Recuerdo el trauma que significó para muchos cuando se
eliminó el bate de aluminio en los play off de la 39 Serie, meses
antes de la celebración de los Panamericanos Winnipeg’99. Sin
embargo, los bateadores cubanos se adaptaron rápidamente.
Pudiera argumentarse que en los parques de municipio
los cuadrangulares abundan. Cierto. Pero en la 44 Serie se jugó en
más de un centenar de estadios y la cantidad de jonrones disminuyó
abruptamente, la menor de los seis años recogidos en las
estadísticas.
Todo el problema parece concentrarse en la pelota,
en su confección, para lo cual es necesario contar con materia prima
de calidad: el cuero para el revestimiento (que no puede ser de
cualquier parte de la vaca), el estambre y lo principal, el centro
de corcho o de caucho —el más utilizado—, del cual depende en buen
grado el bote final de la esférica.
Años atrás, la Serie Nacional se jugó con la Mizuno
150, una pelota cara por cierto, con un bote superior producto de
una tecnología de punta, hecha en máquinas. Ahora utilizamos la
Conexión, de producción nacional con elementos importados, cosida a
mano. Bota menos, sin duda, y está planteado el reto de aumentar su
viveza. El secreto del béisbol no es otro que mantener el adecuado
balance entre ofensiva y pitcheo. Hacen falta más jonrones… pero sin
exagerar.