Ya pasamos del primer tercio y la XLVI Serie
Nacional de Béisbol va rauda y veloz hacia su mitad inicial, con una
fiera disputa entre varios equipos por entrar en la fase de play
off, el ahora o nunca de todo torneo, en la cual todo se decide.
Pero el béisbol no es solo lucha colectiva por la
conquista de un galardón, de un título preciado como ningún otro en
nuestro medio. Es también porfía por ganar uno de los múltiples
casilleros individuales en las áreas de bateo, pitcheo y defensa,
factores importantes a la hora de integrar un Todos Estrellas o una
selección nacional.
Por esa razón, ganar un título de bateo es siempre
un palmarés importante en la vida deportiva de cualquier jugador. El
bateo es una ciencia, sentenciaba hace muchos años un virtuoso como
Ted Williams, apoyado en un minucioso estudio de los muchos detalles
que resultan necesarios para conectar una pelota hacia tierra de
nadie.
El pasado año, un modesto atleta de la Isla de la
Juventud, miembro del equipo Cuba desde principios de este siglo,
sentó pauta al destronar a un hombre ganador de cinco coronas.
Michel Enríquez no creyó en la potencia del tunero
Osmani Urrutia y, sin desmayar, bateó como nadie hasta convertirse
en el primer pelotero pinero campeón de bateo en una Serie.
Creo que nadie mejor que el propio Urrutia para
ofrecernos una visión de Michel: "Es un tremendo bateador. Tiene muy
buena vista, no se va con bolas malas ni tampoco hace swines grandes
buscando las cercas, sino que se concentra como nadie para dirigir
la pelota del centro hacia la parte derecha del terreno. Sí, como
no, él tiene muchas posibilidades de volver a ganar el campeonato de
bateo. Yo haré lo mío, pero le deseo mucha suerte".
La definición del Leñador Mayor no pudo ser mejor.
Si usted observa con detenimiento las estadísticas de por vida de
Michel se dará cuenta inmediatamente de que se trata de un chocador
de bola, un hombre de mucho tacto que recibe m·s bases por bolas que
ponches.
A pesar de su juventud —cumplirá 28 años el próximo
11 de febrero—, ya tiene historia en nuestro béisbol. Estableció una
marca de 35 dobletes que duró seis años, hasta los 36 conectados por
el granmense Yordanis Samón el pasado año. Y tiene el enorme mérito
de haber ocupado la posición que defendió magistralmente Omar
Linares durante años, reemplazándolo durante la Copa Mundial de
Taipei de China, en el 2001.
Faltan todavía más de 50 partidos para llegar al
final de la etapa clasificatoria. Resta un largo camino por
recorrer. Pero Michel Enríquez está dispuesto a defender en el
terreno la corona que ganó contra viento y marea en la pasada
temporada.