Múltiples preguntas surgen a la vez. ¿Ha mejorado nuestro pitcheo
de forma tan radical? ¿La rivalidad creció al punto de que casi la
tercera parte de los desafíos se deciden por un margen mínimo?
Vayamos por parte. Ante todo, he conversado con varios bateadores
y todos, unánimemente, aseguran que la pelota es de buena calidad en
su confección externa —hilos, costura, piel—, pero que le falta
bote, lo cual está en íntima relación con el centro, ya sea de
caucho o de corcho.
Otra razón de la poca producción de jonrones pudiera estar
centrada en los cambios de fecha para iniciar la actual contienda.
En un principio se comenzaría a finales de octubre, más tarde se
varió para noviembre y luego se decidió el 10 de diciembre como el
día señalado para la apertura oficial.
Esto trajo alteraciones en el entrenamiento, los peloteros
iniciaron su preparación, se vieron obligados a interrumpirla en dos
ocasiones y muchos mentores alegan que no les dio tiempo a
finalizarla exitosamente, por lo cual más de un jugador está ahora
en proceso de conseguir la forma deportiva.
Por otro lado, la reglamentación de los 100 lanzamientos
benefició a los lanzadores, especialmente a los abridores, los
cuales promedian en estos momentos 3.42 carreras limpias por 4.23
los relevistas, algo que también nos sirve para reflexionar: aún
nuestros apagafuegos no cumplen adecuadamente con su función y, en
muchas ocasiones, le echan más leña al fuego.
Todas estas argumentos nos acercan a una única verdad: no basta
el tiempo transcurrido (aún no arribamos al primer tercio de la XVLI
Serie) para llegar a conclusiones definitivas. Tiempo al tiempo. Si
me atrevo a brindar un consejo, el de no echar campanas al vuelo por
una aparente mejoría en el pitcheo.