Siempre se ha escrito que los play off son algo muy distinto a la campaña
regular. Por muchas razones. La importancia de cada juego es capital, un
revés, por el marcador que sea, puede dar al traste con todos los éxitos
alcanzados en la etapa inicial del torneo. Y el pitcheo es libre, no existe
la reglamentación que regula la utilización de los lanzadores por
lanzamientos.
Así, hemos visto durante todos l os play off a pitchers abridores
convertidos en relevistas. Ejemplos sobran: Ormary Romero, Deinys Suárez,
Ifreidi Coss, Yadel Martí, Ciro Silvino Licea, Alien Mora, Israel Soto,
Jonder Martínez, Luis Borroto. Todos los equipos clasificados, sin
excepción.
Lazo,
abridor en Pinar, relevista en el Cuba.
Valdría la pena preguntarse: ¿es esta una práctica extendida por el mundo
beisbolero de hoy? La respuesta es categórica: NO. En todas las ligas, de
todos los países, la especialización del pitcheo, su moderna división en
abridores, relevistas intermedios y cerradores, es ya una realidad
cotidiana.
Entonces, ¿por qué en Cuba no es así? Se me ocurre pensar en dos
factores. El primero es un problema de concepción. Le llamamos al pitcheo de
relevo "de segunda línea", minimizando —quizás sin pensar detenidamente—, en
que hoy por hoy los relevistas son tan de primera como los abridores.
El segundo es más complejo. ¿Quiénes son nuestros relevistas, cuál es su
efectividad? Acudamos una vez más a las estadísticas, aplicando solo un
elemento —existen muchos, el béisbol es rico en números—, muy importante, el
promedio de carreras limpias. Veamos cómo se comportaron los cuerpos de
pitcheo de los 16 equipos de la XLV Serie, divididos en relevistas y
abridores.
A simple vista, sin siquiera profundizar mucho, es innegable que nuestros
relevistas son menos efectivos que los encargados de abrir. Promediaron de
conjunto 4.89 por 4.73 los abridores. Llaman la atención equipos como
Industriales (el segundo mejor en PCL general de la Serie), cuyos llamados
"apagafuegos" estuvieron por debajo en más de media carrera, es decir,
echaron más leña al fuego. Camagüey, un seleccionado que este año mejoró su
actuación en seis victorias, hubiera podido avanzar más si sus relevistas no
estuvieran 77 centésimas peor que la mal llamada "primera línea".
Es toda una contradicción, como ver a Pedro Luis Lazo abrir en Pinar del
Río y relevar en el Cuba. Si queremos avanzar más —ya se iniciaron los
preparativos para el Segundo Clásico Mundial, dentro de tres años, que se
pasan volando—, resulta imprescindible un mejor trabajo y un cambio de
concepto. Mientras, seguiremos poniendo en tela de juicio la estrategia
actual de nuestro pitcheo.