Tres partidos de cuatro decididos por dos carreras. Tensión hasta el
último inning, en estadios repletos por una afición delirante. Esa ha sido
la tónica de la semifinal occidental entre los Gallos de Gourriel y los
Leones de Anglada, muy distinta a la observada en el enfrentamiento
Avispas-Alazanes, decidido en cuatro salidas a favor de los monarcas del
béisbol cubano.
Noelvis
tiró 102 lanzamientos y ganó.
De que los Gallos son de pelea y tienen las espuelas muy bien puestas no
existen dudas. Era para desanimar a cualquiera el tener que remontar dos
derrotas en el propio patio para ir a buscar desquite en la valla ajena.
Pero, primero ante el zurdo Maicel Díaz y luego frente al derecho Deinys
Suárez, los espirituanos sacaron a relucir toda su fuerza. Ninguno de los
dos pudo caminar más allá de la tercera entrada, sacudidos hasta los
cimientos con 5 y 4 carreras limpias, respectivamente. Si a esto le sumamos
la explosión de Sandy Ojito en el choque dominical —igualmente antes de
finalizar el tercer capítulo— , no hay dudas de que el pitcheo abridor de
los Azules ha fracasado en toda la línea.
A los espirituanos les ha ido un poco mejor (solo eso, un poco), pues
tanto Yovani Aragón como Noelvis Hernández se vieron obligados a realizar un
esfuerzo supremo para mantenerse en el box hasta el inning de la suerte.
Aragón tiró 142 pelotas hacia el plato en siete capítulos y Noelvis 102 en 6
y un tercio. Para remate de cuentas, Lourdes tuvo que apelar a un abridor,
Ifreidi Coss, para detener la ofensiva industrialista en el cuarto choque.
Bateo, sin duda, es lo que ha sobrado en esta semifinal que se resiste a
dar como ganador a un equipo home club; 340 promedian los capitalinos y 312
los del Yayabo, con 95 indiscutibles entre los dos —más de la cuarta parte
extrabases, 25—, y 57 carreras anotadas, a 14.25 por cada choque que, por
cierto, han rebasado las cuatro horas de juego en los dos partidos del
Latinoamericano.
Y pitcheo es lo que ha faltado, 46 bases por bolas repartidas entre ambos
cuerpos de lanzadores dicen a las claras que a los serpentineros cubanos les
falta ganar en control y conocimiento de la zona de strike, algo que quedó
demostrado en el Primer Clásico Mundial, con más de 50 pasaportes regalados
en los ocho partidos jugados por nuestra selección.
Suceda lo que suceda en el quinto juego, el campeón occidental se
coronará en el José Antonio Huelga. El perdedor será el medallista de bronce
de la XLV Serie.