Escasos como los osos Panda. Añorados como unas vacaciones en la
playa. Así se pueden definir en este complejo mundo del béisbol los
bateadores oportunos, esos que conectan a la hora clave, con
hombresen bases, en posición anotadora, capaces de definir un
partido con su innata capacidad para discriminar un lanzamiento en
el momento de la verdad.
En una oportunidad se le pidió a un famoso director de equipos en
Grandes Ligas que dividiera en varios grupos a los bateadores. Ni
corto ni perezoso dijo:
en mi
opinión, solo hay dos tipos de bateadores, los que inician los
problemas entrando en circulación con frecuencia y los que terminan
los problemas bateando con oportunidad.
¿Nacen o se hacen los bateadores oportunos? Nadie nace para nada,
argumentan algunos. Para Ted Williams, el éxito dependía de mucho
esfuerzo y entrenamiento diario, unidos al estudio de los lanzadores
y la indispensable concentración de la atención para hacer caso
omiso del público y otros factores subjetivos que lastran el
rendimiento final.
Por todos estos razonamientos, es indudable que el ser oportuno a
la hora de empuñar el madero es casi un don. Por lo tanto, estoy
seguro de que les resultará interesante observar con detenimiento la
tabla estadística que acompaña este comentario. Una explicación: las
siglas CPA y CIPA significan Corredores en Posición Anotadora y
Corredores Impulsados en Posición Anotadora y el símbolo % es el por
ciento entre uno y otro parámetros.
Llama poderosamente la atención ver al líder de los bateadores,
Michel Enríquez, con un promedio superior con corredores en bases.
Como también el 36.73 por ciento entre CPA y CIPA del granmense
Yordanis Samón, con 9 de sus doce cuadrangulares conectados con, al
menos, un compañero en base. Y las palmas para el santiaguero Pedro
Poll, con sus 34.55, envuelto en la que sin duda ha sido su mejor
temporada.
Espero haber satisfecho —quizás en un por ciento menor al de
Samón y Poll— su interés por el tema.